2.966 candidatos competirán en marzo del año entrante por 284 curules en el Congreso de Colombia. El escenario es el mismo de siempre: los aspirantes con más probabilidades son curtidos mercaderes de la política, negociantes de votos y amigos de la corrupción, agrupados en los partidos que vienen desde el siglo XIX y algunos de más reciente creación pero igual de viciados. De manera minoritaria, también hay candidatos que generan alguna ilusión, algo de confianza. Lo más probable es que la mayoría de las curules las ganen los de siempre; y algunos asientos quedarán para personas decentes, inteligentes y bien preparadas para el oficio. Siendo realistas, una victoria para la sociedad y para el Estado sería que decreciera un poco el porcentaje de los bandidos y mediocres y creciera un poco el de los honrados, inteligentes y preparados. Como aspira el Profesor Súper O con el idioma Español.
Mirando el panorama de todos los partidos, podemos confirmar el planteamiento anterior. El Liberal acumula un buen número de vergüenzas para estas elecciones, unas viejas y otras nuevas. Su cabeza de lista, quien debería darle lustre al partido, es el gris Lidio García, hábil clientelista en Cartagena y Bolívar; siendo presidente del Senado su mediocridad brilló. La lista la engalana María Claudia Pérez, cuñada del delincuente exsenador Eduardo Pulgar, y que con seguridad recibirá los votos que este bandido tiene en el bolsillo gracias a la red de corrupción que instauró en el Atlántico. También estará vestida de rojo Laura Fortich, sobrina de otro excongresista delincuente, Álvaro Ashton. Para completar el combo digno de Alí Babá, estará en la misma lista Carlos Rojano, exesposo de la famosa Aida Merlano. Y para agravar el panorama, el Partido Liberal perderá a uno de los mejores senadores del país: Guillermo García Realpe, quien decidió no regresar al Senado en vista de tanta podredumbre; esto manifestó: “No seré compañero de bancada de ñoños, ni merlanos, ni pulgares, ni compradores profesionales de votos”. El innegable corolario de todo esto es el penoso y decadente ocaso político de Cesar Gaviria.
En el Partido Conservador se destacan en su lista de Senado el actual senador Laureano Acuña, a quien llaman El Gato Volador, quien empezó su carrera política como ‘mochilero’, o sea comprador de votos en Barranquilla, y cuyo oficio poco ha cambiado en el tiempo. Lo acompaña Nadia Blel, hija del parapolítico Vicente Blel.
El Partido de la U quiso limpiar su imagen. Su presidenta Dilian Francisca Toro, clientelista redomada y con un pasado dudoso de apoyos políticos, escogió como cabeza de lista al senado a la gran deportista Catherine Ibargüen, en un evidente acto de manoseo y engaño. Pero no será fácil este lavado de imagen, pues al mismo tiempo figuran en esta lista reconocidos clientelistas. Llama la atención Julio Elías, hermano del delincuente condenado por la corrupción de Odebrech, Bernardo ‘Ñoño’ Elías.
Por el lado del Pacto Histórico de Petro, hay malestar en algunos de sus voceros, pues el candidato presidencial privilegió a varios políticos por encima de representantes de movimientos sociales y étnicos, contrariando sus propios anuncios. El mayor despropósito de Petro fue permitir el ingreso a la lista de cámara por Bolívar de Sandra Villadiego, esposa de un parapolítico condenado, Miguel Rangel. Cuando se evidenció esta grosera contradicción, Petro salió, con otras palabras, con la manida excusa de que fue “a sus espaldas”, que “apenas se estaba enterando”. La verdad es que desde meses atrás conocía de la jugadita.
Para que no todo sea perversidad, unos pocos candidatos dan esperanza. El primero es Humberto de la Calle, quien ya tiene un sitio de preferencia en la historia del país por sus servicios prestados. Encabezará la lista de la Coalición de la Esperanza, y se espera que obtenga una enorme votación. Nada distinto que contribuir a enderezar el rumbo del país motiva a De La Calle para estar en el congreso. También se destaca un gran senador como Iván Marulanda. En el Nuevo Liberalismo está como cabeza de lista la figura refrescante de Mabel Lara, periodista brillante, conocedora de la realidad nacional, vocera de los afrocolombianos y con una formación seria en temas públicos. La acompaña la profesora y analista Sandra Borda, reconocida politóloga e internacionalista.
Esperemos que el Congreso cambie para bien, así sea un ‘poquito’. Porque hay ya mucha fatiga de tanto embustero y filibustero haciendo las leyes y chupando la sangre de las finanzas públicas.
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