El dicho es muy conocido y no requiere explicación. Cuando algo es tremendamente escaso se dice que es más fácil encontrar una aguja en un pajar. Siempre que se acude a este dicho viene a mi mente la imagen y veo lo imposible de la tarea. En política sí que es válida esta afirmación, pues encontrar un buen político, que sea decente, inteligente, con sólida formación, que no haga parte de una estructura mafioso-clientelista y no robe es una tarea casi que imposible. Y cuando se trata de congresistas la situación es peor. Pero, el milagro se da de vez en cuando. Para las elecciones al Congreso del próximo 13 de marzo, en 11 días, en medio de tanta basura, porquería, ruido y aspirantes anodinos, aparecen candidatos con todas las condiciones para brillar en la rama legislativa. Humberto De La Calle e Iván Marulanda son dos candidatos de lujo al Senado.
Con De La Calle y Marulanda se da la afortunada situación de que ellos no van a hacer un nombre, no están construyendo una carrera. Sus vidas públicas ya son más que sólidas y se les aplica, sin que sea una frase vacía o de cajón, aquello de que van a prestar un servicio. ¿Le hace falta a De La Calle ser senador? Para nada. ¿A Iván Marulanda? Tampoco. Ambos culminarán su vida pública en el Senado, aportando todo su conocimiento, experiencia y dignidad moral, esto último bien escaso en el Congreso, casi que inexistente.
De La Calle es un estadista, todo el mundo lo sabe y reconoce. Lleva cuatro décadas de servicio en el Estado, cumpliendo a cabalidad todos sus oficios: Registrador Nacional del Estado Civil, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Ministro de Gobierno, Ministro del Interior, Embajador en España, Inglaterra y la OEA, y la joya de la corona: Jefe Negociador del Gobierno en el proceso de paz de La Habana. De toda esta brillante trayectoria son dos sus ejecutorias que hacen que ocupe un lugar en la historia de Colombia, con más brillo y solidez que muchos expresidentes: la Constitución de 1991 y el Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC. La Constitución cambió, para bien, la vida del país, y sigue siendo un contrato social valioso y base sólida para construir una mejor sociedad, más justa y decente. El acuerdo de paz de La Habana es un logro enorme como sociedad, que ha traído unos beneficios enormes, pero que lastimosamente han sido invisibilizados, tergiversados y desprestigiados. Claro que implicó costos, pero ¿Qué proceso de paz no los trae? El silencio de las armas de las FARC fue obra en buena medida de De La Calle, y esto lo reconocen en todo el mundo.
Iván Marulanda lleva también cuatro décadas en la vida pública. Fue compañero hombro a hombro de Luis Carlos Galán en la creación e historia del Nuevo Liberalismo, luchó a su lado con el propósito de combatir la toma hostil de la sociedad colombiana, su economía y política, por parte del narcotráfico. Vivió en carne propia la persecución de Pablo Escobar y salvó su vida de milagro. Fue constituyente en 1991 coincidiendo con De La Calle, y ha sido senador, concejal y alcalde. Hoy es uno de los mejores congresistas del país y debemos hacer posible que siga en el Congreso, pues su presencia allí es un contrapeso a tanto malandrín que llegará al Capitolio.
De La Calle e Iván Marulanda serán muy importantes en el congreso liderando una bancada de centro, la que será fundamental apoyando un presidente de centro, lo que más requiere el país, o siendo oposición o independientes ante otro gobierno. Y para rematar, sus propuestas son sólidas, ecuánimes y necesarias, tanto en lo político como en lo económico, social y ambiental.
Humberto De La Calle es el número 1 en la lista de la Alianza Centro Verde Esperanza para el Senado. Iván Marulanda es el número 20 en la misma lista. Curiosamente De La Calle invita a votar por Iván Marulanda, e Iván Marulanda invita a votar por De La Calle.
Para consulta presidencial votaré la del Centro por Sergio Fajardo. Hoy, es quien pasando a segunda vuelta tiene mayor posibilidad de vencer a una vieja derecha clientelista y corrupta y una izquierda temeraria y riesgosa. Fajardo y el centro encarnan hoy los cambios y el cuidado que el país requiere.
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