El presente:
El Clan del Golfo, un grupo armado mafioso, altera radicalmente la vida en un tercio del territorio nacional: asesina, incendia, amedrenta y paraliza. La fuerza pública reacciona cuando ya para qué. ¿Dónde estaba la inteligencia del Estado? La violencia en las ciudades y la inseguridad se manifiestan de manera grotesca. La pobreza es alarmante, el desempleo golpea duro, y la inflación es el peor azote de los hogares, especialmente de los pobres y la clase media. Al Congreso regresaron hordas de bandidos y la corrupción crece, sus cifras ya son siempre de miles de millones. Llegan noticias desde el Amazonas, la Orinoquía y el Pacífico, de cómo nuestras selvas y ecosistemas son aniquilados de un tajo como cuando un cuchillo hirviendo atraviesa mantequilla. El gobierno saliente brilla por su mediocridad e incapacidad de ir a la raíz de los problemas; el Presidente imposta su voz para hablar de soluciones y realidades que solo existen en su imaginación.
Petro presidente:
Petro candidato ha recogido de manera magistral el malestar y rabia que existen, con razón, con el estado de cosas del país. Propone soluciones que suenan bien para muchísima gente, soluciones sensatas algunas, pero otras mágicas e irresponsables que harían realidad el dicho “es peor el remedio que la enfermedad”. Su tono grandilocuente y rimbombante, su narcisismo de predestinado, hace sospechar del espíritu con el que gobernaría, y este marca la armonía que pueda inducir o el conflicto que pueda crear. Petro presidente siempre va a querer desbordar los límites legales y constitucionales de su mandato, y esto implicará un estado de zozobra permanente, de alerta institucional. La economía siempre estará en riesgo. Aquí ya olvidamos lo que era una inflación de dos dígitos. No se requiere llegar a los extremos alucinantes de Venezuela. Pero ¿qué tal el 50 % de inflación anual de Argentina? No creo que si Petro gana nuestro sino trágico sea convertirnos en Venezuela, pero las energías del país se malgastarían en una confrontación permanente. El enfrentamiento entre el gobierno Petro y la derecha dura en la oposición; entre una fuerza cargada para tigre que se hace al poder y un establecimiento en pánico sería altamente destructivo.
Fico presidente:
Fico candidato responde a un pedazo del país que tiembla ante la posibilidad de que Petro sea presidente, sin Petro no hay Fico, porque en últimas, Fico por sí solo es poco. Fico es ‘pandito’, básico e ignorante. Su comprensión del Estado pobre y sus propuestas lugares comunes. Su facha casual y su hablar descomplicado y coloquial van en contravía de su mente vieja, conservadora y de derecha arcaica. Fico presidente insistirá en un ejercicio de la autoridad de choque. En economía seguirá los patrones ya gastados, o sea que un derrame de la olla del crecimiento alimentará a todos. Y la dialéctica que encarna con Petro hará que el primer día de su mandato la pugna se verá en la calle, el paro del 2021 regresará con más fuerza y virulencia. Ah, el clientelismo seguiría siendo el rey.
Rodolfo Hernández presidente:
Rodolfo candidato ha perdido el empuje que traía hasta las consultas, parece ya desahuciado, pero quiere conquistar un tercer lugar para su propia honra, así se lleve por delante la opción de la tercería. Sus formas y formulas simples, a veces burdas, con que quiere atacar el mal nacional de la corrupción ya no le dan réditos. Rodolfo presidente sería autoritario y chambón, un Nayib Bukele del Salvador con un poco de Rodrigo Duterte de Filipinas.
Fajardo presidente:
En 2010 Fajardo se presentó a las presidenciales por primera vez, pero no estaba listo. Le faltaban dos hervores. Hoy, sin duda, Fajardo está maduro y preparado para la presidencia. ¿Que el centro ha sido errático en su campaña? ¡Sin duda! ¿Qué Fajardo no ‘conecta’? Ha pasado, pero me pregunto ¿Qué es exactamente eso de conectar? ¿Acaso acudir a formas superficiales para entretener al público? Fajardo candidato hoy, 12 de mayo, es claro, contundente y presenta los caminos más sensatos y razonables para el futuro del país. Su plan de gobierno es el mejor. Propone cambios profundos, vigorosos, tal vez por eso la derecha dura no lo quiere. Pero no es temerario, por eso la izquierda dura tampoco lo quiere. Con Fajardo presidente el incendio nacional previsible si Petro o Fico ganan no sucederá, y los conflictos, que los habrá, y serán duros, se tramitarán de forma más razonable, sin confrontaciones furiosas y destructivas. Un gobierno de Fajardo, acompañado de tantas personas valiosas que apoyan su candidatura, será la manera más conveniente de transitar los muy duros cuatro años que vienen por delante.
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