-¿Hablo con el señor Ricardo Correa?
- Sí, con él ¿quién me llama? – ya con la sospecha de que era la llamada de Bancolombia.
-Mucho gusto, habla con Cristina Pérez de Bancolombia. Señor Ricardo ¿cómo se encuentra usted el día de hoy?
- Mal, ¿para qué me están llamando? – mi tono de voz no era nada amigable.
-Bancolombia tiene el gusto de informarle que ha dispuesto para usted un crédito de libre inversión con un cupo de 61 millones de pesos, esto en reconocimiento al buen manejo de los productos que tiene con el banco…- en este punto interrumpí a la persona que me estaba hablando y le dije:
- No me interesa, por favor no me llamen más a ofrecerme créditos que no he pedido ¿acaso no se han dado cuenta que en muchos años y después de muchas llamadas nunca he aceptado un crédito? Por favor ¡No me llamen más! me llaman cada mes y a veces con más frecuencia. ¿No les queda el registro de que no estoy interesado? varias veces he pedido que dejen de llamarme. Por favor ¡no me llamen!
- Que tenga un buen día – esto contestó la asesora con un tono de reproche y molestia y abruptamente colgó la llamada. Hasta ahí le llegó su fingida amabilidad. Y con seguridad no tomó nota de que no quiero que me llamen más.
Palabras más, palabras menos, esta fue la más reciente llamada que recibí de Bancolombia para tratar de ‘embutirme’ un crédito que no he pedido, y que sistemáticamente desde hace varios años, persistente, obsesiva y tercamente, me han ofrecido a través de su call center. Ah, también la llamadera es para ofrecerme tarjetas de crédito nunca pedidas. Soy cliente de Bancolombia desde hace 25 años, desde la abejita Conavi, solo he tenido una cuenta de ahorros y una tarjeta de crédito. Estoy agradecido con el banco por los servicios que me ha prestado y me sigue prestando, así mismo con la asesoría que me dan cuando la pido. Pero no me gusta el acoso al que me someten para tratar de venderme sus productos. Estas llamadas son inoportunas, impertinentes y abusivas. ¿A cuento de qué hay que recibirlas y soportar la insistencia del ‘asesor’, que exige explicaciones de por qué uno no quiere el crédito o la tarjeta y que habla sin cesar?
La culpa de este abuso no es de los muchachos que trabajan en los call center, ellos a su vez son explotados y tiranizados. Estos jóvenes son un nuevo proletariado, generalmente están mal preparados, y leen sin parar tontos y fingidos libretos. Estos call center abusan a lado y lado de la línea telefónica: del potencial cliente o marrano, pues lo agobian con su persistencia e impertinencia, y de los trabajadores telefónicos que hacen la llamada, pues las condiciones de su trabajo son duras e ingratas.
Mucha palabrería de bancos y compañías de telefonía celular, televisión e internet para promocionar su ‘imagen corporativa’, queriéndonos vender el cuento de su cara humana y su gentileza con el cliente. Pero por otro lado abusan de sus clientes, bien sea bombardeándonos con la insoportable oferta de sus servicios o negando una atención rápida y oportuna cuando hacemos un reclamo justo.
Las llamadas de estos call center me recuerdan a Jim Carry en la película ‘El tipo del cable’. Su obsesión con el cliente se torna en acoso. Y siguiendo con el cine, sería bueno que los ‘estrategas’ de los call center vieran la película ‘El exótico hotel Marigold’, básicamente a Evelyn Greenslade, interpretada por la enorme actriz británica Judy Dench. Una señora común y corriente, recién enviudada, enseña a un grupo de jóvenes que trabajan en un call center en la India cómo tratar a las personas sin falsedades y de manera fresca y relajada.
Sin duda, hay muchos asuntos por resolver en la vida diaria para tener que soportar el tábano de la llamada de “¿Cómo se encuentra usted el día de hoy?”
Nota final: las superintendencias Financiera y de Industria y Comercio prohíben que se hagan llamadas para realizar ofertas comerciales fuera de horario laboral y los fines de semana. Pero esa norma “no pegó por acá”.
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