El pasado domingo se llevaron a cabo elecciones generales en Alemania, las que implican cambio del parlamento y gobierno. Estas tenían una connotación especial, decidirían el reemplazo en el gobierno de la canciller Ángela Merkel, quien estuvo en su cargo 16 años seguidos. Merkel se convirtió en una figura respetada y admirada en Alemania, Europa y el mundo entero. La Canciller forjó su reconocimiento debido a su decencia, aplomo y sensatez en el ejercicio del gobierno, y por las decisiones que tomó, ajustadas a la realidad cambiante, a las necesidades de la gente, de Alemania, Europa y el mundo entero. En algunos temas no hizo todo lo que se podría haber hecho, por ejemplo en reestablecer una mayor justicia redistributiva en su país, pionero en la creación del Estado de Bienestar hace un siglo. Pero es que para un gobernante es imposible hacerlo todo, y siempre algo queda faltando. De todas maneras fueron muchos sus aciertos, y entre los más destacados y recientes están sus decisiones generosas e incluyentes en materia de refugio para las personas expulsadas de Siria por su guerra civil, y de otros países de Asia y África atormentados por la violencia y la extrema pobreza. Para muchos analistas, si bien Merkel pertenece al partido Demócrata Cristiano –CDU, de centro derecha, gobernó más cercana al espíritu socialdemócrata - centroizquierda. Esto nos confirma la importancia que tiene la persona del mandatario, su talante, cómo es como ser humano.
Todo tiene su final, Merkel se va y llegará un nuevo gobernante. Recordemos que Alemania se rige por un sistema parlamentario, o sea que los votantes eligen a los parlamentarios y estos eligen al Canciller, que equivale al Presidente en sistemas presidencialistas como el nuestro. En los sistemas parlamentarios el partido que saque el mayor número de parlamentarios tiene el derecho a gobernar. Si logra mayoría absoluta por sí solo, será gobierno automáticamente. Pero esto no suele suceder, entonces ese partido debe buscar alianzas con otros para hacer mayoría. Si lo consigue, la coalición designa al jefe del partido ganador como nuevo jefe del Ejecutivo. El sistema puede llegar a ser mucho más complejo, pero lo dicho es lo básico.
Las elecciones del pasado 26 dejaron como ganador al partido Socialdemócrata – SPD, con un 25,7 %; en segundo lugar al partido Demócratacristiano – CDU y su socio gemelo, la Unión Socialcristiana de Baviera – CSU, con un 24,1 %; en tercer lugar al partido Verde con 14,8%, y en cuarto lugar al partido Liberal – FDP, con el 11,5 %. Luego siguen la derecha radical, la izquierda y otros. Con base en estos resultados los socialdemócratas son los primeros llamados a formar gobierno, y para esto buscarán una alianza con los verdes y liberales. Si no logran un acuerdo, entonces los democratacristianos tendrán su turno para intentarlo. Pero todo parece indicar que el SPD logrará formar coalición, la que demandará acuerdos en muchos temas. Las negociaciones durarán posiblemente hasta diciembre. ¿Qué significa esta posible coalición de gobierno? Continuidad y cambios. Continuidad en un estilo moderado, siempre teniendo como eje el centro político. Hay que recordar que el más posible nuevo canciller, Olaf Sholz, ha sido vicecanciller y ministro de economía de Merkel. Por su cuenta el SPD podrá dar un leve giro en mayor gasto social. Pero lo más novedoso vendrá de la mano de los aliados indispensables para el gobierno: los verdes demandarán una política mucho más vigorosa en temas ambientales y los liberales pedirán garantías para la libre empresa y la economía de mercado. Las contradicciones entre verdes y liberales deberán resolverse en las negociaciones que empiezan.
Del proceso alemán se pueden sacar varias conclusiones: el eje permanente desde 1949 en la política y la dirección del Estado es el centro, que a veces se mueve un poco a la izquierda – SPD, un poco a la derecha – CDU. Los extremos de derecha e izquierda, existentes, no tienen poder decisorio, son una voz minoritaria en el parlamento, y eso si consiguen pasar. Las alianzas se construyen a través de arduas negociaciones sobre políticas, y se respetan durante el gobierno, aunque no exentas de crisis. Las actuaciones de los dirigentes como ciudadanos tienen un peso enorme en el escrutinio público y una indelicadeza les puede salir cara. Por último: una noticia para Colombia, si sale adelante el gobierno del SPD-verdes y liberales, los Derechos Humanos y los asuntos ambientales tendrán mucho peso en su política exterior ¿Nos daremos por enterados?
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