Tremendamente auspiciosa fue la presentación en público de la candidatura presidencial de Alejandro Gaviria. Estuvo compuesta de dos piezas comunicativas: un corto video de 6 minutos donde él explica por qué quiere ser presidente, y un texto con las premisas básicas de su ideario político. Eso fue todo. Ambos mensajes dados por fuera de grandes canales o medios. Sin duda, contenido, forma y vehículo son una muestra clara de los profundos cambios que han operado en la sociedad en la última década. Inmediatamente, se empezó a generar una intuición colectiva sobre el buen futuro del candidato.
Y como para tener suerte se requiere un entorno adecuado en el cual aterrizar, Alejandro Gaviria – AG, llegó al lugar preciso y en el preciso instante. La encuesta de EcoAnalítica de hace 10 días marcó la intención de voto con Petro en primer lugar (21,6%) seguido de Fajardo (12,7%), confirmando una tendencia ya de varios meses. El punto es que los candidatos que están en los puestos inferiores le suman más al centro que a la derecha o a la izquierda. Un centro unido en primera vuelta tiene una alta probabilidad de pasar a segunda vuelta; y en segunda vuelta no hay la menor duda de que gana. Entonces, si Gaviria conquista el favor del votante de centro sería con casi total seguridad el próximo presidente.
La buena noticia para quienes queremos un presidente de centro va más allá del nombre de Alejandro Gaviria, pues este viene a operar como un seguro ante la impúdica arremetida de la Fiscalía contra Sergio Fajardo con el montaje de una investigación y acusación que muestra la mezquindad de Barbosa y su precario sentido jurídico-penal. El escenario hasta el sábado pasado era que si quedaba bloqueada la candidatura de Fajardo por cuenta de la canalla acusación, el centro político quedaría muy probablemente acéfalo y en un estado de languidez que le haría imposible llegar a segunda vuelta. En este momento, si no es con Fajardo, el centro llegará a segunda vuelta con AG.
Gaviria viene a recoger muchos votantes del centro que no tenían entusiasmo por ninguno de los candidatos de la Coalición de la Esperanza, o del decaído Partido Verde, pero también genera entusiasmo en sectores de centro derecha y de izquierda. AG puede ser el gran aglutinador. Y algo nada despreciable: puede recoger el descontento expresado en el paro nacional, el que ningún político todavía ha capitalizado.
El video de presentación en sociedad muestra a un candidato muy distinto a los demás, tal vez un poco parecido a Mockus y Fajardo, pero que tendrá la ventaja de la novedad, de la frescura, las que ya no acompañan a Fajardo y Petro. Su intención de querer un país más justo, más decente y más sostenible se le siente creíble. Además, en términos de competencias y credenciales, las tiene con solidez, pues los ejes de su estudio y actividad académica y de gobierno han girado sobre el trípode de Estado-sociedad-economía.
Los 60 puntos que plantea AG son un buen comienzo para la definición de prioridades para el país, destacándose su énfasis en unas nuevas formas para la política, es decir algo de decencia, un cambio social redistributivo urgente sin demagogia, la importancia de lo ambiental, la defensa del liberalismo democrático, la protección a partir del género, los jóvenes, campesinos y comunidades indígenas, entre otros.
En resumen, llega un candidato con características únicas. Un liberal socialdemócrata, que copa el espectro de centro y acoge sectores algo a la derecha y la izquierda, con una formación sólida respecto a los problemas que tendrá que enfrentar si llega a la presidencia y con experiencia en el manejo de lo público.
Con el pasar del tiempo y de la campaña saldrán fisuras y metidas de pata de este novel candidato, que serán explotadas con desvergüenza por Uribe, el Centro Democrático y Petro, pero que lo más probable es que no menoscaben su fortaleza.
La noticia más importante que ha dado Gaviria es que el centro tiene que llegar unido a primera vuelta, o sea que no habrá canibalismo de votos, habrá más bien sumatoria, y esta es la peor noticia para derecha e izquierda dura. Esperemos la próxima encuesta para ver como marca la Alejandromanía.
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