Para nosotros los estudiosos del bahareque, los balcones de este estilo arquitectónico son un interesante misterio, porque su variedad que va desde el balcón corrido en Sonsón tipo Cartagena; al balcón adorno de Salamina donde no cabe un ser humano, no permite entender este elemento arquitectónico en su totalidad. ¿Qué función cumplía el balcón en realidad? Y a la pregunta ¿por qué se fue modificando? tampoco hay una respuesta clara.
Además, ¿qué significan los apéndices en forma de patas de araña que tienen los balcones en su parte inferior, de la población de Santuario, en Risaralda? Estuve hace poco allá, en compañía del muy salamineño maestro Fernando Macías, y nos admiramos con esta arquitectura que se cataloga como austera y ajena a adornos, que resultara con esa bella excepción a la regla.
En la plaza hay varias muestras, pero es en una de las calles que salen de la plaza hacia occidente donde los balcones de cada casa tienen esos curiosos aditamentos. En el barroco, hace 400 años, en el afán de cubrir toda la fachada con ornamentos se ven balcones finamente labrados aprovechando cada espacio para incrustar algún adorno de tradición romana. Aquí en Santuario, a 1.565 metros sobre el nivel del mar; en la vertiente oriental de la cordillera occidental; fundada en el constitucional año de 1886, se repite ese afán de convertir las casas en obras de arte integral, subyugando su diseño a un orden especifico. El bahareque está afiliado al renacimiento, no cabe duda a pesar de que los profesores de El Cable digan que no es un estilo. La simetría de las casas de nuestros pueblos se basa en el número dorado de rememoraba Vitrubio en su obra, así que perfectamente, en otro material, no guadua y barro, estas vetustas casas nuestras pudiesen estar ubicadas en cualquier ciudad italiana y no desentonarían. Pero que un maestro de obra, un ebanista de Santuario fuese coherentemente un poco más allá y retomase ese elemento en beneficio de este estilo, es algo muy llamativo. ¿Quién fue ese hombre? o ¿de dónde vino? son preguntas que nadie me ha podido responder. Nos acompañaba en ese recorrido el exalcalde de ese pueblo cafetero, don Uriel Loaiza, hombre cívico y conocedor, que nos atestiguó la antigüedad de esa innovación llevada a cabo en Santuario hace más de 100 años. ¿O el iniciador fue un patricio viajero que le mostró al maestro de obra que le estaba levantando su casa unas postales traídas de su último viaje a Europa en barco de vapor y le plantease la exigencia de hacer algo singular y diferente? Debe ser tan sorprendente la anécdota explicativa como esos únicos balcones que buscan arraigo en el espacio entre su base y el andén por medio de unos bien trazados tentaculillos en madera.
¿Por qué no ha sido copiada esa simpática irrupción? ¿Será que los promotores del Paisaje Cultural Cafetero solo tienen la mirada puesta en Salento y Filandia, y de vez en cuando alzan los ojos y logran detectar a Salamina o Aguadas en sus radares? Tampoco he leído en los tradicionales tratadistas como Robledo, Tobón Botero, Sarmiento o Esguerra algún comentario respecto a esta variación que logra sustentar este estilo como algo orgánico que tuvo innovaciones importantes como la que estamos analizando.
Nuestros pueblos solo se revelan a aquellos que con humildad se acercan y verdaderamente y se identifican con ellos. El señorito universitario saturado de teorías y lecturas no logra ser presentado a una musa de pueblo y que ésta lo introduzca en los secretos del pasado. Igualmente quedan excluidos aquellos citadinos amantes del “puebliar” que como amarillistas pasan en tropel por estos santuarios de la cultura de la colonización antioqueña, solo para tomarse la apetecida selfie con un portón de fondo pintado en todos los colores del arco iris. Es al visitante desprevenido, respetuoso y paciente el que oye en el sordo ruido que produce el pasado, al que se le permite detectar una voz familiar. Y por supuesto esta magia no se deja manosear de locales ávidos de lucro que invocando abolengos creen ser depositarios de ancestrales saberes y sentires. Y el diálogo con nuestra cultura no se improvisa y menos se establece por decreto como lo creen procedente otro tipo de personajes que igualmente se ven actuar en nuestros pueblos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015