Pedro Felipe Hoyos Körbel


Me había pronunciado en la columna anterior sobre mis impresiones y concepto del Museo Nacional y en las observaciones que obtuve relucían dos personajes como autores de ese notorio y desafortunado cambio: Daniel Castro y William Gamboa.
Sé que Daniel Castro fue director de la Quinta de Bolívar hace muchísimos años y director del Museo Nacional hace pocos, es artista plástico, profesión que explica en cierta media, su poca sensibilidad con la historia y su seguridad en proceder a crear su instalación usando el Museo Nacional para tal fin.
Sobre el Museo Nacional reposa la mirada y la confianza de la Nación y creo que Castro se equivocó, pero señalaría al Ministerio de Cultura, o mejor a presidente de la República, como responsables del daño. ¿Cuál fue la idea cuando fue creado este museo en 1823 e inaugurado por el vicepresidente Francisco de Paula Santander? ¿Su evolución, no solo en número de piezas y colecciones adquiridas, sino función social, ha sido tenida en cuenta por sus entusiastas reformadores? Dudo que se hubiera usado el retrovisor en esta aventura, ni siquiera por desprevenida e ingenua curiosidad.
Al optar por la definición de albergar el patrimonio cultural de los seres humanos que vivieron en el territorio que hoy ostenta el nombre de Colombia, remontándose a fechas prehistóricas, se está tratando de darle importancia al territorio, al país y a la nación.
Consolidar el Museo Nacional es una tarea muy compleja, porque la articulación alrededor del patrimonio cultural de los tres troncos raciales más destacados de Colombia, que deben tener un reflejo claro en lo exhibido, no es fácil. La idea de museo es, en sí, europea y esta no tiene parangón en las culturas en África, ni en América. De entrada, hay un desequilibrio que una dirección idónea sabrá salvar. El indicador de aceptación de un museo de índole nacional no debe ser el número de visitas solamente, sino la aceptación y compresión de parte de los colombianos. ¿Una muchacha de Istmina, Chocó, que entre al Museo Nacional sí se verá reflejada en esta gran casa? Verá objetos cuyo letrero indicarán que son del Pacífico colombiano, pero nunca descubrirá, después de haber transitado por los pasillos del panóptico, la conexión de todas esas piezas con su ser. Así como lo expresé hace 15 días: ¿no le hacen falta al Museo Nacional unos museos satélites en todo el país, entre ellos un museo sobre la esclavitud en Istmina, para que esta mujer pueda ir al museo en Bogotá con un mejor bagaje?
Diría que don Daniel, cuando dirigió este museo, se esforzó en excluir a gran parte del país de esas salas al presentar su visión, bastante bogotana, del país, que él seguramente desconoce, porque nunca fue a cada uno de los rincones de la patria a empaparse del estado de la nación. Sus millas no deben ser de aerolíneas criollas, sino de flotas aéreas europeas, porque este hombre, al parecer, se inspira es en Barcelona. Su visión centralista, donde solo Bogotá dispone y él como un neovirrey, se centra en mostrar su idea de la historia reciente del país. Don Daniel no conoce los otros conflictos por los cuales ha pasado el país, ya que los libros de historia, inclusive los de Liévano Aguirre, lo aburren.
Al indio se le ve en el Museo Nacional a través de la antropología igual que al negro, y a ambos se les rinde torpe tributo en las salas etnográficas o arqueológicas. Así que acomodar las piezas de esta magnífica colección para mostrar un supuesto Estado fallido es la opción más interesante para este afable bárbaro. ¿Castro no se dio cuenta que él forma parte de ese fallido Estado que tanto ataca, porque no supo resolver el reto que representa un museo de esa índole?
¿Dónde quedaron la conquista y la colonia, las bases de la nación, por qué fue en ese periodo de tiempo que España se impuso y se desarrolló un mestizaje, fenómeno social que aún no somos capaces de dimensionar, en este, nuestro museo?
Un museo nacional sano vive de mano de historiadores y no de artistas plásticos, estos deben buscar sus laureles en las galerías, espacios, de seguro, muy interesantes también.
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