Pedro Felipe Hoyos Körbel


En Silvio Villegas observo un fenómeno muy curioso: su parábola vital fue extraordinaria. Fue concejal a los 18 años y director del periódico La Patria a los 24, y en su carrera política desempeñó los más destacados cargos; fue temido por sus enemigos y amado por sus amigos. ¿Y hoy, 50 años después de su muerte? Silvio Villegas, tan manizaleño como la misma Catedral, es en Manizales un perfecto desconocido.
En Manizales no tenemos un busto, colegio, calle o parquecillo que recuerde a este hombre que tanto le aportó a la ciudad, convirtiéndose en su época en sinónimo de manizaleño. ¿Será que a este conservador, las bancadas liberales del Concejo municipal lo siguen combatiendo y no logran ver más allá del rojo y captar la verdadera metáfora vital de este excepcional prohombre, y prefieren honrar con los nombres de avenidas a dos líderes liberales de menguada trascendencia política o cultural?
En Manizales somos necios para honrar a nuestra idiosincrasia en forma de estatuas, y somos estúpidos inclusive cuando se trata de demoler los homenajes que otra generación tuvo a bien levantar. Ni siquiera el paso del tiempo nos ha ayudado a obtener distancia y poder juzgar el pasado con juicio y conciencia.
¿Quién fue Silvio Villegas? Esta pregunta es un callejón sin salida que no permite ver a este manizaleño en toda su dimensión. Mejor preguntemos: ¿Qué fue Silvio Villegas? Entonces la respuesta despeja el panorama. Silvio Villegas fue un escritor, un escritor político. Si Villegas hubiera nacido en otro entorno temporal y cultural, hubiera sido un muy reconocido escritor que hubiera ejercido una gran influencia en las letras del país. En cambio, le correspondió vivir en una época cuando solo dos autores pudieron vivir holgados de sus regalías: José María Vargas Vila y Tomás Carrasquilla, porque todos los otros corifeos de nuestra literatura como Porfirio Barba Jacob, el mismo Arturo Suárez o Blanca Isaza de Jaramillo Meza nunca obtuvieron entradas continuas para sustentar sus hogares. Si bien recibían dineros, pero estos de forma tan intermitentemente que no marcaban la diferencia.
Ser autor en esa época le aportaba prestigio y reconocimiento social a la persona que lo era. Se podría decir que esa era la motivación de la mayoría y lo económico solo asumía un tercer lugar si es que entraba en la lista de razones para justificar su actividad. Así que cada autor buscaba una profesión para ejercer y cimentar su existencia sobre ella, y la escritura no era propiamente un hobby, pero sí recibía un trato como tal y sin embargo nos legaron una espléndida literatura que es patrimonio de la nación.
Y Villegas optó por la política como sustento, adornándola con literatura. La obra de Villegas oscilará entre estos dos polos de atracción, sacrificando, las más de las veces al literato. Debería ser más abundante su obra literaria y es enorme su obra escrita acerca de la política. Villegas se justifica de esta manera: “… Por medio del prestigio del espíritu y hablando en buena lengua, nosotros emprendimos la restauración de las ideas de orden y autoridad, injertando verdades nuevas en el viejo árbol de nuestra doctrina…”
A pesar de todo, el conocimiento y la fuerza que tenía Silvio Villegas le dio para crear no un estilo, sino toda una escuela literaria propia y eso es una marca mayor que siempre se le combatió, porque como literato Silvio Villegas recibió trato de político, donde era atacado con toda la rudeza que puede inspirar a un envidioso como Rafael Maya.
Crear una escuela propia, la grecolatina, requiere de un conocimiento amplio del idioma y una gran creatividad para jugar con el lenguaje y expresar de forma única lo que se pensaba y lo que se sentía. Es rechazar lo habido creando algo nuevo. Esa es una gloría que es justo reconocer. ¿Quién más en Manizales ha logrado esto? ¿Quién, en esta comarca, se ha compenetrado tanto con la literatura, la lengua y la vida como Silvio Villegas? Críticos baratos advierten que es demasiado latina y demasiado griega la obra de este hombre, ¿pero a Roma y a Grecia no le debemos nuestro tipo de civilización?
Leer a Silvio Villegas es captar el alma manizaleña, es ver nuestra mentalidad con sus sombras y su fuerte luz esparcida entre las líneas de su obra; es sentir una forma de entender el mundo que solo en Manizales se da. Un admirador de Silvio Villegas se convierte al final de la lectura en un manizaleño incorregible y estará en posición de comprender nuestro pasado y sentirá un afán de forjar un futuro digno para esta ciudad. Leer a Silvio es hacer un urgente ejercicio espiritual.
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