Pedro Felipe Hoyos Körbel

El 4 de febrero pasado murió en Manizales Vicente Arango Estrada. Desaparece un emblemático protagonista de la historiografía regional dejando un vacío difícil de llenar. La historia y su construcción, igual que otras disciplinas del saber humano, sufren el relevo generacional.
Me unió a Vicente una activa amistad. En el 2002 ambos teníamos un libro publicado y éramos nuevos en el escenario historiográfico. Nos guiaba un afán de hacer, de irrumpir y de propagar lo que habíamos plasmado en nuestras investigaciones. Él ya estaba vinculado al Centro de Historia de Manizales que lideraba el Dr. Hernando Alzate López con mucho tino, al cual me invitó. Este marco operativo resultó estrecho para nuestras ambiciones, ir a las reuniones del Centro en la Universidad de Caldas no era suficiente, queríamos más. Otro miembro del Centro, José Germán Hoyos, sobrino del mítico padre Adolfo Hoyos, nos consiguió un espacio en la programación de televisión de la Universidad Autónoma que se emitía en el canal 11. Así surgió “Cronos: un encuentro con la Historia”, programa que funcionó más de un año, y Jorge Eduardo Cardona, hijo del historiador Alfredo Cardona, hizo un bellísimo cabezote de entrada. Con rigurosidad y pasión usamos ese espacio para divulgar temas históricos.
Yo ya había fundado mi editorial y reimprimí su libro premio de historia “La Endogamia en las concesiones antioqueñas”, el que presentamos en academias de historia vecinas como Bogotá, Medellín, Armenia y Pereira. Nosotros, que éramos empíricos, sabíamos la ventaja que teníamos sobre los historiadores universitarios, que era no tener lazos con ninguna escuela o disciplina, pudiendo sacar de todas las gavetas del saber los elementos que nos interesaban y encajaban en las investigaciones que adelantábamos, sin estar atados a un protocolo, pudiendo ir a todos lados con nuestro apostolado de compartir la importancia de la historia por medio de nuestro trabajo. Vicente era un excelente expositor que capturaba cualquier tipo de público, sin pereza de ir a cualquier lado a exponer y discutir sus ideas.
Vicente era el compañero ideal, dueño de un abrumador don de gentes, su fácil y saleroso verbo abría puertas y llamaba la atención. Sus vastas lecturas, fue 2 años seminarista, o sea iba a ser cura, su inteligente comprensión y su novedosa forma de ver las cosas, hizo de él un historiador reconocido y respetado, a pesar de su vocación tardía.
Tenía un espacial don para comprender y desenmarañar escrituras públicas. Leyó todos los libros de la histórica Notaria 1° de Manizales y sabía analizar y relacionar estos documentos perfectamente. En Medellín gozaba de fama de genealogista y lo acompañé a más de una reunión con personajes como Iván Restrepo, “El Pacha” de la genealogía en Antioquia. Este don fue la base para sus otros tres libros que publiqué. “Las sotanas inquietas de Antioquia”, que tuvo dos ediciones que rápidamente se agotaron. Allí habló de los curas de la Antioquia histórica y su descendencia espuria. Su versátil pluma describía árboles genealógicos y las curiosas frutas que pendían de ellos creando trabas en las investigaciones. Marian Ponsford, entonces directora de la Revista “Arcadia”, le dijo que ese libro tenía “sex appeal”, término que a Vicente le gustó machismo y tomó como un cumplido. Su obra magna: “La fundación de Manizales, un mito en apuros” en dos gruesos tomos replanteó la fundación de Manizales como hecho histórico aportando el concepto que le pusimos el nombre de actitud fundacional, donde se intentaba detectar y resaltar el por qué y el cómo se fundaban nuestros pueblos y no el nombre de los fundadores, tema que es central en toda la región. Con sus investigaciones innovó la historiografía regional, su aporte basado en documentos extraídos de archivos cambió el problema de tierras, especialmente las concesiones, durante la Colonización Antioqueña. Si los promotores del Paisaje Cultural Cafetero hubieran leído este trabajo habrían llegado a mejores conclusiones, ellos en su soberbia académica no podían darle importancia a un empírico sin títulos expedidos por afamadas universidades españolas. Vicente descubrió aspectos de nuestro pasado que gente necia ningunió.
Manizales aún no sabe a quién perdió el 4 de febrero, ya que el interés en la historia y en lo nuestro es poco, pero sé que la recia personalidad de Vicente Arango aportará a cambiar este miope punto de vista que perjudica a nuestra sociedad en la toma de decisiones de envergadura.
Me pesará su ausencia y el camino por recorrer en esta labor nunca será tan interesante y entretenido como lo fue con él.
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