Pedro Felipe Hoyos Körbel


Hace años tuve una discusión con Vicente Arango acerca de la supuesta caldensidad, concepto, que le parecía tan vago a Arango que negaba su existencia. Coincidíamos sí, que una acepción de la idiosincrasia de la gente del departamento de Caldas tenía que partir del conocimiento de la vida y obra del sabio popayanejo. Insistía Vicente Arango que en los valores abstractos de la vida del Sabio Caldas había un punto de partida interesantísimo para construir una acepción de nuestro gentilicio. Y es cierto, el Sabio Caldas representa el conocimiento, la importancia del saber en una comunidad y el papel que éste debe desempeñar siempre teniendo en cuenta que las trasformaciones sociales se pueden lograr por este camino omitiendo el de la guerra y el de la violencia. Caldas para su época representaba esa nueva corriente del pensamiento en Occidente que dejaba atrás a Aristóteles y sus seguidores escolásticos para entender el mundo desde otra realidad: la científica. Caldas, técnicamente, era sucesor de Galilei y de Newton, dándole continuidad a la Revolución Científica iniciada en el Renacimiento. El saber debía ser comprobado, no deducido, así que temas como astrología, geografía, física, química o medicina eran temas que movían el mundo del siglo XVIII y por supuesto en el XIX. La matemática se convirtió en una asignatura central que estudiaba una nueva generación de hombres en la España americana. La Expedición Botánica, subvencionada por la Corona española era la máxima expresión de esa nueva tendencia, igualmente la expulsión de los jesuitas, paladines de lo escolástico, facilitó que en el Nuevo Reino de Granada surgieran hombres como Félix de Restrepo, profesor del joven Francisco José en Popayán. Fue Restrepo el que le acercó todo ese nuevo bagaje intelectual a este hombre que pudo entonces codearse con sabios de máximo nivel como el prusiano Humboldt y el francés Bonplant.
El saber para Caldas tenía una connotación patriótica y por ende política: era apropiarse de América por medio de su exploración científica. Es de lógica que flora, fauna y topografía motivaran tanto a Caldas. Para él era de gran interés conocer y clasificar todo lo habido en el país y determinar su uso y ubicación geográfica. Caldas trazó caminos al mar usando la ciencia y dirimió litigios por medio de levantamientos topográficos y uno de los grandes anhelos de su vida fue elaborar un mapa de todo el virreinato. Para Caldas el desarrollo de una región y por ende su gente sólo se podía lograr por medio del conocimiento del entorno. Sin querer aportó las bases de una verdadera emancipación, una que suplanta lo viejo con una respuesta nueva.
La obra científica del Sabio la truncó la guerra, guerra en la que participó aportando su conocimiento en química para producir una buena pólvora y sus conocimientos de siderúrgica para fundir hierro y fabricar armas. Pero antes de ser soldado Caldas fue periodista, publicando el Diario Político de Santafé de Bogotá en el cual divulgó y orientó la labor del 20 de julio de 1810.
Caldas al igual que su primo Camilo Torres representaban un tipo de granadinos que querían aportar y ser parte de la solución, pero que no querían propiamente derrocar al gobierno español. Ellos entendieron tarde que lo que habían desatado tenía como consecuencia la caída del rey. Fueron los Bolívares y los Nariños que gritaron e impusieron la Independencia y la guerra. Camilo Torres se puede considerar como el gran laboratorista de esa época experimental que Nariño, denominó Patria Boba, desdibujando el esfuerzo que se hizo para consolidar una nueva democracia usando el método de error y acierto.
Pero tal vez el aporte más importante de Francisco José de Caldas Tenorio al país fue la publicación del Semanario del Nuevo Reino de Granada pocos años antes de iniciarse la independencia. Este proyecto editorial representó el esfuerzo de divulgar la ciencia y los científicos locales, de dar un paso en el fortalecimiento de la modernidad haciendo asequible el conocimiento a todos por medio de la imprenta. La importancia de esta obra se puede solo parangonar con la redacción de una constitución política y a Caldas no se le ha reconocido en forma esta visionaria contribución. Caldas pensaba más allá de obtener el poder y los negocios expulsando a los monárquicos, no, él pretendía hacer útil esos tesoros a todos los habitantes del reino.
Para el departamento de Caldas es un orgullo llamarse así y preservar la memoria de este gran y profundo constructor de nación. Lástima que la vida y obra de este hombre, tan nuestro, sea desconocida por tantos “caldenses”.
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