Pedro Felipe Hoyos Körbel


Con este título publicó, para conmemorar los 100 años del Cable Aéreo, Jaider Muñoz Londoño esta novela, la cual, curiosamente los estrategas de una misión socio académica de la Universidad de Caldas a la población tolimense de Herveo y aledañas, no incluyeron en su derrotero, a pesar de ser un trabajo atrevido, sorprendente e interesante.
Digo atrevida porque Jaider Muñoz no usa el esquema tradicional narrativo para realizar una novela y opta por algo diferente e inusual como lo es el collage. En “Corazón del miedo” el autor pone a hablar a cuatro personajes, tres de ellos mujeres, que hacen aún más llamativo este trabajo. Consciente del riesgo de confundir al lector, Jaider Muñoz colocó, cuando habla cada una de ellas, unas viñetas que indican el cambio de voz. La principal protagonista es Virginia Villalba que lleva un diario; sigue Azalea Ramírez que es identificada gráficamente con una flor del mismo nombre; también está Sandra Londoño que es identificada con una cámara cinematográfica, y para redondear este concierto de voces hervences está Marcial Restrepo que es señalado con la imagen de la fachada de la iglesia de dicho pueblo. Con esta metodología, el gran rompecabezas que arma Jaider, obtiene una sólida estructura que le permite profundizar en muchísimos temas sin perder el hilo narrativo. Cada mujer habla durante varias páginas y sin perder el rumbo, Muñoz Londoño le cede la palabra a otra protagonista para continuar la novela. Soy mal lector de novelas y no sabría decir a cuál novela se asemeja este inteligente recurso literario, que a la final suma un convincente escenario y concluye con éxito este experimento.
Las mujeres que Muñoz retrata las conocemos y nos las imaginamos mientras leemos la novela. Distan de tener rasgos feministas típicos de nuestra época convulsionada, a pesar de estar cada una de ellas perfectamente emancipadas. Con detalle, el autor las construye colocando acentos que se convierten en el eje del mensaje de este trabajo. Virginia busca una identidad y explora su familia para ubicar raíces y se confronta con la historia de Herveo, como lo es la del Cable Aéreo Mariquita Manizales o el Camino de Aguacatal, y así entender su personalidad. Sandra Londoño es la intelectual de vastas lecturas y afición al cine, y sería la espiritual. Ella también busca respuestas y cree encontrarlas en la literatura universal y el cine arte. Toda una gran biblioteca es citada a lo largo de esta novela sin convertirse en una casa de citas eruditas de obras recónditas de la gran literatura universal, como sucede con cierta frecuencia en autores que publican su primera novela.
La voz de Azalea Ramírez es más tenue y es ella una fina observadora de su entorno y tal vez representa lo práctico, lo real y concreto. A este conjunto de personalidades lees da un arraigo la cuarta voz, que es masculina. Marcial Restrepo sirve de enlace, o mejor trasmisión, en esta fina piñonería narrativa, redondeando esta saga hervense. A pesar que estas mujeres se mueven mucho, todo confluye en Herveo. Juega el autor con la ubicación geográfica del municipio enriqueciendo su novela con descripciones de esas montañas majestuosas que oscilan en la escala cromática entre un verde oscuro y un gris afín al azul. Con gusto Muñoz recorre su terruño con afilada pluma describiendo el paisaje, sin volverse folclórico o meloso.
Herveo es afortunado que uno de sus más potentes intelectuales se haya dedicado a captar literariamente esta región en una novela de peso. Me acuerda este trabajo a la novela “Morrogacho” de Samuel Jaramillo Giraldo publicada en Méjico en 1960, que igualmente le puso a Manizales un espejo para captar sus lunares obscenos y que la sociedad manizaleña, finalmente, rehusó usar por razones obvias. Les recomendaría a los novelistas de provincia leer este trabajo para inspirarse y así poder captar su entorno y poderlo traducir a buena literatura. Voy a decir una herejía para muchos: Muñoz Londoño ha hecho más por Herveo propiamente que su paisano del corregimiento de Padua, ya que colocó a su pueblo natal en un pedestal literario que su paisano no ha hecho, porque éste prefiere andar con los marañones por lejanos ríos. Muñoz se puso a vivir su pueblo, dejó que lo absorbiera para producir una novela rica y profunda.
Me pregunto después de leer a Muñoz Londoño: ¿debería existir otra categoría fuera de rural y urbano y que ésta abarque el mundo de provincia? porque me llevo la impresión que estas voces hervenses son las voces de muchas colombianas arraigadas en los pueblos y que se debaten entre la ciudad y sus raíces provinciales.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015