Pedro Felipe Hoyos Körbel


La Feria de Manizales es una construcción que gira alrededor de 4 grandes fechas: empieza con la celebración del centenario de la ciudad en 1950; la formalización de la Feria como tal en 1952; continúa con el surgimiento de una temporada taurina en el año 1955; y por último en 1957 con la creación del Reinado del Café. Estos elementos son los cimientos del evento que obtuvo el título de la feria más grande de América y que soportan las bodas de oro de su componente más joven, al celebrarse este reinado por vez número 50 en el año 2022. No cabe duda que este reinado es una tradición y es un patrimonio de la ciudad y que requiere de la atención de todos los manizaleños así que un repaso a su historia no está demás.
Para Manizales, capital cafetera de Colombia, el café era en la década de los 50 el tema central. La compaginación entre café y Manizales era asombrosa. El alcalde de la ciudad, en el caso del gran Pedro Uribe Mejía, era a la vez el presidente del Comité Cafetero de Caldas que abarcaba todo el Viejo Caldas, y los gerentes de la Federación Nacional de Cafeteros eran, a partir de don Manuel Mejía, manizaleños. El poder y la responsabilidad que recaía sobre Manizales era enorme y a esos grandes retos la ciudad respondía con grandes respuestas. Había una meta de vender una cosecha de 15 millones de sacos y una forma de lograr este propósito era posicionando el producto insignia de la región utilizando cuanto recurso publicitario estuviera al alcance. Tanto que el diseño de ese reinado parecía una hijuela de un pacto cafetero porque este certamen se llevaba a cabo entre países productores y fue en el año 1972 que, igualmente siguiendo los pasos de la Federación Nacional de Cafeteros, se reorientó convirtiéndolo en un reinado internacional del café donde compiten candidatas de países productores y consumidores.
¿Cuánto café se vendió por medio de esta estrategia? ¡Muchísimo! Y hoy, que el café ya no es una preocupación fundamental de la ciudad, el cultivo del grano se desplazó a otras regiones del país como el Huila y el Cauca, ¿qué se debe promocionar con ese extraordinario andamiaje vestigio de los años dorados de Manizales, época de grandeza y pujanza? Esta es una pregunta que los dirigentes locales no se hacen. Ellos ignoran que detrás de una reina va una cámara o un micrófono de un medio de comunicación y solo perciben al reinado como una carga económica recortando su presupuesto y creyendo que este evento debe ser autosostenible incurriendo en un error estratégico. Estuve vinculado a este certamen durante varias administraciones municipales ejerciendo la función de traductor y creo que se le da trato de cenicienta a esta interesantísima herramienta. Estoy convencido que los manizaleños no le sacamos todo el provecho a esta gran inversión que, sin embargo, cada año se hace, pero al hacerla con poca fe esta nunca da los réditos posibles.
Usualmente se echan las más de 20 candidatas en un bus y se les lleva a diferentes sitios sin una mira en grande dizque en cumplimiento con una programación, pero la realidad es otra: se está pensando en lograr el patrocinador del próximo almuerzo. Eso debe cambiar. Se debe pensar de nuevo qué se quiere obtener con la traída de esas mujeres hermosas y replantear la ejecución del reinado.
En mi concepto se debería dividir el grupo de reinas en cuatro, cada reina escoge a cuál tema se vincula, y así hacer énfasis en los temas escogidos. El primer grupo temático tendría como eje el comercio, o sea se deben planificar reuniones con empresarios que quieran expandir su clientela otros países. El segundo grupo debe girar alrededor de la cultura y debe propender a poner a estas reinas y el público que las sigue por los medios en contacto, con la cultura local que va desde el Centro Histórico, música como el tango, la pintura y demás monumentos; el tercero sería el turismo que gira alrededor del Nevado del Ruiz, las aguas termales; fincas cafeteras y sobre todo alrededor de las aves. Y por último grupo colocaría a las universidades donde las reinas se convertirían en promotoras de este ramo de la “economía” de la ciudad mostrando la oferta y las instalaciones que hay en la ciudad.
De esta forma se revierte y se capitaliza el millonario gasto que significan la importación de estas reinas a la ciudad y se le saca más provecho que solamente como atractivo en los desfiles, que son, junto con los toros, los eventos centrales de la Feria de Manizales, ya que son los momentos que más público atraen ya sea manizaleño o foráneo.
Si no se actúa con presteza y resolución este certamen caerá bajo la crítica de feministas que ven en esto, solo la machista cosificación de la mujer. Se impondrá una pequeña, pero activa minoría, promoviendo una crítica que crea un malestar que finalmente induce que las cosas dejen de existir sin nunca haberse dado un debate alrededor del tema. No creo que este reinado tenga relación directa con las cifras de violencia que sufre la mujer en nuestro medio y eso porque creo que hay otros detonantes más fuertes detrás de la violencia contra la mujer, que este certamen que hace, evidentemente, énfasis en la apariencia física de la mujer. Y tampoco creo que el declive remunerativo que sufren las mujeres se deba a este tipo de evento.
Todo lo contrario, este reinado tiene varios valores de los cuales poco se habla. El padre Efraín Castaño dijo algo muy cierto cuando las candidatas al reinado estuvieron de visita en la Catedral: este reinado es también un acto de hermandad entre los pueblos y ese aspecto no es suficientemente acentuado por los organizadores del certamen.
Y tal vez el aspecto más interesante de ese certamen lo aporta la historia: El año 1957, fecha del inicio de este reinado, coincide con la obtención de la cédula y el derecho al voto de la mujer en Colombia. El 25 de mayo de 1956 se ceduló a Carolina Correa de Rojas, la esposa del general Rojas Pinilla y en el 1 de diciembre de 1957 votaron las primeras 1.835.255 colombianas en unas elecciones en Colombia; así que la promoción de la mujer, su emancipación, le debe a este certamen más de lo que, aparentemente, se quiere aceptar.
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