Martín Jaramillo L.

El pasado miércoles se conoció la noticia de la elección del economista Alejandro Gaviria como rector de la Universidad de Los Andes. Me es imposible pensar en una persona más valiosa para ese cargo: ha sido investigador, decano, ministro y escritor. Ha ganado importantes premios como la Medalla Juan Luis Londoño (el más importante de economía en Colombia), el Premio Simón Bolívar al mejor artículo de opinión y el premio del periódico Portafolio como mejor profesor de economía.
Más allá de aplaudir la noticia, me pregunto por el futuro de la Universidad y de Colombia. Recuerdo que hace poco Gaviria comentó, en una entrevista, que las universidades tenían tres grandes retos: el problema del mercado laboral cambiante, la sostenibilidad financiera y el papel de la academia en la sociedad.
El primer reto es el más grande. El mundo cambia a una velocidad, los empresarios colombianos un poco más lentos y al final la academia, que no logra seguirle el paso a ninguno de los dos. Para evidencia, basta con preguntarle a un empresario local si los estudiantes están saliendo bien preparados. El mundo está, en este mismo momento, buscando utilizar la robotización, la inteligencia artificial y los algoritmos para reemplazar las mismas labores para las que hoy estudiamos en nuestras universidades.
El reto es entrar a esa competencia de la innovación mundial sin olvidar las habilidades que necesita el mercado local. Como decía el mismo Alejandro en esa entrevista: la universidad debe ayudarnos a volvernos maleables, a aprender a aprender. No espero menos que una innovación constante en el aprendizaje desde la nueva rectoría.
El segundo reto es más práctico y está conectado con el primero. El problema financiero es, en parte, una dinámica demográfica: cada vez tienen menos estudiantes. Pero también es un problema de valor agregado: una inversión mejora no solo cuando baja de precio, sino cuando entrega más valor, he ahí la importancia del primer punto.
Más allá de eso, con un economista al mando, me gustaría ver innovaciones financieras como los “acuerdos de ingreso compartido”. La lógica es sencilla: cuando una empresa necesita capital, puede pedir un préstamo o ceder una parte del patrimonio. En la educación, hoy un estudiante puede pedirle un préstamo a la universidad o al Icetex, pero no puede comprometer sus ingresos futuros para financiarla; esta es una oportunidad.
Felipe Vergara y Miguel Palacios son dos colombianos que están triunfando en el mundo con su empresa Lumni, que invierte en los jóvenes al pagarles la universidad a cambio del compromiso de un porcentaje de su sueldo en el futuro. Me gustaría ver una reunión con ellos y el comienzo de una revolución nacional.
El tercer reto es que las universidades tienen que ser un factor de cambio en la sociedad. Los 559 doctorados que tiene Los Andes deben involucrarse y estar más presentes en los debates nacionales. Este reto creo que es el más fácil; Alejandro en el Ministerio de Salud no solo fue un burócrata, sino un opinador y un profesor. Sus libros “Hoy es Siempre Todavía” y “Alguien Tiene que Llevar la Contraria” son el ejemplo de lo que se necesita para ese reto de acercar la academia a la política y a la gente.
Gaviria aún no termina de recorrer el país presentando su libro y ya debe estar pensando en su gestión. Con los retos definidos y una visión clara, a Los Andes le espera un gran futuro como jugador clave en la educación del país.
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