Martín Jaramillo L.

Colombia tiene muchos problemas. Muchas “reformas pendientes”, decimos los optimistas. Sin hablar de justicia, guerra y política, que son temas que otros conocen mejor, puedo decir que la mayoría de los problemas económicos del país se hacen evidentes cuando analizamos nuestro sistema pensional.
En Colombia las pensiones son regulares porque la gente cotiza poco. Una informalidad del 62% es evidencia de un mercado laboral poco flexible. Tenemos “costos no salariales” desproporcionados (hay que pagar caja de compensación, costos de despido, etc) y un salario mínimo que es, según criterios técnicos y en proporción a la economía, demasiado alto. Un problema económico, en este caso laboral, salta a la vista evaluando los factores que nos impiden tener mejores pensiones.
Por otro lado, la poca educación financiera de la población nos mete en más problemas. Las pirámides tipo DMG, los que venden cursos de “forex” que prometen dinero fácil y la hostilidad a los bancos (cuando la alternativa es el gota a gota), nos lleva a una sociedad de poco ahorro formal y de mucho pillo captando dineros públicos.
Y encima, el problema social se hace peor cuando se cree que la pensión de uno es responsabilidad del Estado, o sea del resto de los contribuyentes. Así es como uno ve escritores y reconocidos personajes que cotizaron toda la vida por el mínimo (creyendo que así le “ganaban” al sistema) y terminaron con una pensión pequeña, acorde a sus aportes. Por supuesto, según ellos, la culpa a la administradora de pensiones, del Gobierno o de Sarmiento Angulo.
También hay otro problema, el mercado de capitales en Colombia es anoréxico. Esto precisamente se debatió hace poco en un importante Congreso en Bogotá. Mientras que la capitalización bursátil en Colombia es del 37% del PIB, en países como Chile es del 86%. Tenemos pocas empresas y estas mueven poca plata. Este mercado, que es fuente de financiación para las empresas, tiene muchos retos en temas regulatorios, tributarios y hasta cambiarios.
También se tiene la mala percepción de que ese mercado es solo para los ricos, cuando debería ser de utilidad para todos los ahorradores. Una buena reforma para mejorar las regulaciones vigentes, que hacen muy difícil la inversión: Un buen plan para mejorarlo empieza por reconocer su valor para el ahorrador y para mejorar la calidad de las pensiones.
Por último, nuestra asignación de subsidios es pésima. Todos quieren recibir y nadie quiere aportar. Es curioso ver tantos “progresistas”, que dicen proteger a los pobres, defendiendo el sistema de Colpensiones, que aparte de insostenible (ver el estudio de la Universidad de Los Andes), empapa con subsidios a las personas más ricas.
Se ha demostrado que los subsidios por estratos, a las pensiones, al “agro” y a la educación superior no van necesariamente a los más pobres. Esto es un error. Hablando de “derechos” y de los grupos de presión que más chantajean al gobierno, nos hemos olvidado de los más pobres, y en su paso, hemos estrangulado a los contribuyentes, la competitividad y la libertad.
Por eso es importante hablar de pensiones.
Para ver el estudio citado, buscar“La inviabilidad de los regímenes de pensiones de reparto en países que aún gozan del dividendo poblacional: el caso de Colombia”
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