Martín Jaramillo L.

Decidí no revelar mi intención de voto ni en primera o segunda vuelta, haber comentado por ocho meses creo que da suficientes herramientas al lector para tomar una decisión. También a lo mejor por eso que recibí calificativos que van desde uribista hasta comunista, pasando por cómplice de las Farc y neoliberal. Creo verdaderamente sorprendente que sea difícil encontrar un político que me represente totalmente, acá les cuento en respuesta a los calificativos.
Estoy a favor de la libertad de expresión, de prensa. De todas las libertades personales para la vida sentimental, religiosa y social; lástima por el Centro Democrático y los Conservadores. Estoy a favor de las libertades económicas; mayor apertura a mercados externos, menos carteles legalizados, menos trabas para hacer negocios y por supuesto, menos impuestos. ¡Dios, el Polo!
Detesto los mesías, los que se presentan como los salvadores de todos nuestros males, que cada minuto que hablan prometen el 1% del PIB. Creo en el pluralismo del que habla De la Calle, en una sociedad heterogénea, donde el individuo es la minoría más pequeña, protegida por la constitución. Ese pluralismo es mejor argumento contra los populistas autoproclamados como portadores de “la voz del pueblo”. El pueblo como colectivo no tiene voz porque sus componentes son diferentes. Sí creo en su libertad, que es exactamente lo opuesto a lo que propone Petro, nuestro populista por excelencia.
La voz del pueblo se escucha en Ser Pilo Paga, donde cada estudiante es libre de estudiar lo que quiere, pues con la universidad pública, están a la merced de lo que ofrece el Estado. La voz del pueblo se escucha en las consultas mineras, cuando no se le engaña diciendo que deben escoger entre la minería y el agua; en los países desarrollados se explota responsablemente sin tener que escoger. La izquierda se opone a escuchar el pueblo en ambas.
Se escucha cuando hay menos impuestos para que los políticos decidan qué necesitamos en cultura y en cambio dejamos que la gente escoja qué hacer con ese dinero; si teatro, cine o ninguna. Voz del pueblo si reducimos el gasto con el que regalamos casas y dejamos que la gente decida qué casa quiere comprar, cuándo y cómo; no me parece la voz del pueblo pagarle un sueldo a un burócrata recorriendo el país regalando casas a su medida.
Finalmente, la voz del pueblo solo se escucha fuerte cuando este tiene educación. Necesitamos más recursos para educar primera infancia, bachillerato y educación superior técnica y universitaria; pero sobre todo debemos manejarlos mejor. Entre menos colegios manejen los políticos y más colegios estén por concesión; menos poder tienen los políticos y mejores resultados para los estudiantes, como demostraron los estudios reportados por Maritza Serrano de la Universidad Nacional.
Estas ideas de libertad se consideran tradicionalmente de derecha, una palabra que causa furor en los jóvenes revolucionarios. A veces esas ideas son consideradas radicales; para mí radical es que un político quiera decidir por nosotros mismos con el argumento de que es el autodenominado portador de #LaVozDelPueblo. Todo eso, mientras que sus contradictores son tildados de paracos, guerrilleros, narcos o inhumanos.
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