Martín Jaramillo L.

Entre títulos recientes que despiertan admiración en Colombia está el aclamado libro “Por otro camino de regreso a lo humano” de Carlos Raúl Yepes, expresidente de Bancolombia. Este libro lo recomiendo no solo porque su autor presenta de manera brillante las razones y motivaciones para ser humanistas guiados por las enseñanzas de los jesuitas. También lo recomiendo porque realmente es una pausa que nos recuerda que debemos ver a todos por igual, hablar de la inclusión y encender la llama de la pasión por un mundo mejor.
Carlos Raúl Yepes sufrió dos infartos a temprana edad. Él nos comparte allí su camino desde que llegó a Bancolombia para hacer de su empresa “una banca más humana”. También expone una carta de su hija preocupada por su salud, tan sentimental como realista, que le recuerda a él (y de paso a todos nosotros) que el dinero y poder tendemos a sobreestimarlo y que a veces se nos va la vida en ello.
Carlos Raúl es la evidencia de construcción de la sociedad que queremos. Es el punto de encuentro entre la inclusión, dignidad y justicia social con la rentabilidad y utilidad de las empresas. Es un encuentro entre la izquierda y la derecha, de lo consiente y lo productivo. Es una razón por sí sola para creer que la polarización en el país sí tiene terreno fértil para crecer en unidad y pluralidad.
Carlos Raúl narra allí cómo recordaba lo humano en sus clientes al hacer mejoras, teniendo instalaciones más amenas con televisores y turnos electrónicos. Hacía un análisis riguroso de sus clientes antes de darles crédito, pues él solo inspira compasión al hablar de cuando su empresa debía embargarles propiedades a los clientes. Carlos Raúl no solo nos enseña lo humano, sino también da innumerables ejemplos a quienes somos didactas de la economía social.
Pues no hay mejor manera de explicar la “mano invisible” de Adam Smith que mostrando que este ser humano, al promover su interés privado (tener más clientes y mejor rentabilidad), promueve el interés común, como él mismo lo dice “cambiándonos la vida”. Nos recuerda que sus ganancias pueden ser las nuestras. Que, a diferencia de quienes buscan dividirnos entre empresarios y empleados, las ganancias del uno pueden ser las de todos.
Su vida es una constante aplicación de la frase de San Ignacio de Loyola: “Ser más para servir mejor”. Cada que era más, servía mejor a sus clientes, ganaba más dinero; por lo que podía tratar mejor a sus empleados. Nos da la medicina para la enfermedad que promueven quienes quieren tildar a las grandes empresas de los problemas del país. La labor de Carlos Raúl no puede resumirse mejor que en el eslogan que se creó en su trayecto por Bancolombia: “Le estamos poniendo el alma”.
Larga vida a quienes le ponen el alma. Larga vida a la enseñanza jesuita, al servicio, a la empresa, a la compasión, dignidad e inclusión. Larga vida al camino de lo humano, larga vida a Carlos Raúl.
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