Mario César Otálvaro

Mario César Otálvaro
@macotal
Exactamente hace un año –agosto 30 de 2021– Diego Corredor fue presentado como director técnico de Once Caldas. Asumió en la octava jornada tras el fracaso rotundo de Eduardo Lara, con empate 1-1 ante Bucaramanga en Palogrande.
Aunque sin títulos, llegó con cartel. Su arribo generó confianza, sus conceptos de fútbol moderno, actualizado, eran un oasis frente a lo que había, y todos lo vimos como el tipo perfecto para las circunstancias; consagrado, estudioso, conocedor y disciplinado.
En 12 partidos hizo 16 unidades, exiguas porque entre su antecesor, y Fernando Dortti –dirigió dos juegos– apenas lograron cuatro en siete fechas para escasos 20 puntos, y un deshonroso puesto 17, completando la quinta eliminación consecutiva.
Su imagen no se afectó, el equipo lo encontró armado –usual disculpa de los entrenadores para eludir responsabilidades– y arrancó de nuevo. Fiel al estilo Once Caldas era Kenworth, echaron 17 jugadores y contrataron 10, pedidos por Corredor.
Estupendo inicio con 19 puntos a mitad de la liga, requiriendo 11, de 30 posibles para clasificar, y solo consiguió siete, se estacionó en 26 –casilla 12– perdiendo increíblemente el semestre, y por sexta ocasión en serie, Once Caldas por fuera de la semifinal.
De un contenido alto en las tardes de éxito, a confusión total. Rotó el plantel, no contó con un creativo, careció de goleadores, fue equipo de medios tiempos, se equivocó repetidamente en los cambios, y no miró las divisiones menores, ni hizo respetar la condición de local.
Sin embargo, se mantuvo indemne, volvió a modificar la plantilla, vinculó nueve hombres por ocho que partieron, pero ignoró dos pequeños detalles, el atacante con gol y el armador –que no cabe dentro de su esquema– cuyas bajas configuran el principal problema de Once Caldas.
Sin jugar bien, la eficacia y la suerte fueron sus aliadas, estuvo siete jornadas invicto, venció a Junior en el Metropolitano, y acá, a Águilas y Pereira, sin un soporte de fondo, por lo que la derrota en Pasto desnudó las debilidades de forma, y las críticas se hicieron sentir.
Credibilidad y confianza han disminuido, y preocupa la falta de fútbol. Cada compromiso se espera lo mismo, que haya identidad. En nueve fechas, y sin menospreciar la cosecha en cifras –superior a la muestra futbolística– ni el planteamiento, ni su idea parecen asomarse, y ha validado el sumar como un preciado recurso.
Es reiterativo acerca de lo que quiere: posesión, presión, intensidad, agresividad y concentración, argumentos que no se observan, como si no le copiaran el mensaje, bien porque no le entienden, no lo hace comprender, o por carencia de piezas.
Momento de reflexión, consciente de que los plazos son cortos. O mejora, o se sostiene sobre resultados, porque otra eliminación sería afrentosa para una ciudad y una hinchada que a comienzos de siglo celebraban los grandes triunfos de Once Caldas.
Aquí lo tiene todo, el plantel lo diseñó a su gusto, el lío es el modelo –no está funcionando– y ponga en práctica la versatilidad de la que habla. Quien escribe, piensa que parte de la solución está en un socio para Rodríguez en el medio, para que elaboren, considerando inútil tres puntas sin quien les lleve la pelota.
Ojalá salga de esta –profesor Corredor– 365 días es tiempo justo y suficiente para tener un equipo sólido, solidario y confiable en la cancha, así pierda, que también es opción en este deporte, siendo perentorio pasar de las palabras a los hechos.
Hasta la próxima...
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015