Mario César Otálvaro
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Mario César Otálvaro
@macotal
El país votó, y escogió, y se anuncia transformación con un líder distinto a los tradicionales, pasando Gustavo Petro de candidato a Presidente para regir los destinos de la patria –no los de sus electores– y nos gobernará a más de 50 millones de colombianos.
Partidarios o no, le pedimos respeto por la institucionalidad, cumplimiento de las promesas de campaña, y ojalá, un marco de asesores diferente a los de la foto, por temas de autoridad, respetabilidad y credibilidad. Ni ganadores, ni vencidos, Colombia es una sola.
Hablando de lo que nos toca, misma unidad que debería existir entre Once Caldas y su entorno, motor de los éxitos monumentales de antaño, y también, en parte, de los fracasos recientes con un equipo venido a menos que ahora es parte baja de la tabla.
Viene de ser puesto doce, y en la nómina titular en partido amistoso contra Tuluá del sábado –triunfo 1-0 con gol de Delvalle– solo una cara nueva, Leyvin Balanta. Es decir, prepárense, que aquí si habrá continuismo, pues estamos a 20 días del inicio de la liga.
Lástima la demora para acercar soluciones, y el panorama no vislumbra expectativas providenciales, debiendo recurrir de nuevo al trabajo táctico, y del cuerpo técnico, ambos con interrogantes serios en la primera parte del campeonato.
Nacional y Tolima, con planteles poderosos, dirigentes capaces, jugadores bien pagos, y proyectos serios, están en la final –uno de ellos será campeón– con luces de ventaja en conformación y manejo frente a los demás, incluido Once Caldas.
Políticas de orientación, fallidas según el modelo impuesto acá, y que no auguran mejoras si se trazan igual, con equipo en plan ‘tercermundista’ sin aspiraciones superiores a intentar un cupo entre los ocho, que no se ha logrado en seis torneos cortos.
Pensar –como lo hizo el país– en la revolución del cambio tardará, y se requerirá de una mentalidad ambiciosa, intérpretes proactivos, y decisiones de fondo. En Once Caldas fue como si nada hubiese pasado, y pese a las frustraciones reiteradas, poco se ha hecho.
Se buscaron refuerzos para posiciones de atrás, donde con repeticiones, y volviendo sobre lo que fue el principio de temporada, algo se podría rescatar, creyéndose, por el contrario, que con los mismos se puede elevar el nivel de gol, su principal problema.
En 40 días no mencionar un atacante, o un volante armador, es un hecho debatible que habla de desconocimiento, desinterés, o desidia, y conformismo de los trabajadores en el campo, a no ser que realmente consideren que sus obligaciones son menores.
Acaba de cerrarse el negocio por Johan Carbonero con Gimnasia y Esgrima, que a su vez lo transfirió a Racing, lo que garantiza el pago del dinero antes del último plazo –7 de julio– con un valor adicional correspondiente al 25% por la cesión completa de derechos.
También está próximo, en los fichajes de verano en Europa, un cambio de escuadra de Luis Sinisterra, sobre quien Once Caldas conserva un porcentaje, lo que permitirá otros ingresos, que en sana lógica deberían reinvertirse en la institución.
Como empresa privada sus dueños lo determinarán, pero es un momento gratificante con mensaje: inversión es lucro, gestión es sinónimo de dividendos, y el fútbol es rentable con atrevimiento, visión, pasión, y respeto por el mercado objetivo que los pone a ganar.
Hasta la próxima...
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