Mario César Otálvaro

@macotal

Lo que está pasando con Diego Corredor se vivió con Gerardo González Aquino, un técnico paraguayo que, en 1992, estando clasificado y ocupando los primeros lugares en la tabla, se quedó sin respaldo popular por su fútbol a cuentagotas.

Muchos le atribuyeron responsabilidad al periodista Javier Giraldo Neira (QEPD) por su filosofía de que en Manizales ganar era tan importante como las formas, verdad que se deformó, y quedó en que acá era preferible jugar bonito, así se perdiera (¡¡¡).

Lo curioso fue que, en 2004, Once Caldas salió campeón de América con un planteamiento defensivo liderado por Henao, Vanegas, Cataño, Velásquez y Viáfara, y un verdadero crack, un 10 real, Arnulfo Valentierra, quien, con un pase o un tiro libre, resolvía dificultades.

Explotó Corredor en la rueda de prensa tras el empate con Pereira en el que nuevamente se vio mal su equipo –salvo el resultado– equivocado en la conformación del plantel y con niveles discretos.

"Soy humano, ya me cargué, hago un trabajo honesto" comentó.

Un punto que vale oro por la floja exhibición en campo, para 15 en total cubierta la mitad de la Liga, lo que proyectando otros 15 en las fechas por disputar (diez) darían para clasificar. La desconfianza nace porque en el anterior semestre fueron 19, y no se pudo.

El que duda, pierde. El jueves tenía la idea con Balanta como lateral y Artunduaga como extremo, el viernes molesto respondió: ¿entonces qué? saco a Artunduaga, ante una pregunta por Gallardo.

Reculó en la práctica, lo sostuvo atrás, y trastocó sus planes.

Improvisó a Alejandro García por banda izquierda, y pese a que comenzó ganando a los dos minutos, a los siete ya le habían igualado, lo mismo que contra Medellín por la quinta fecha. Es decir, escasean los argumentos hasta para resistir un triunfo parcial.

Se fastidia Corredor, pero el disgusto lo provoca la ausencia de fútbol de Once Caldas.

Cuando llegó tenía un pensamiento distinto "estoy en la casa de un campeón de Copa, y sé de la exigencia". Su discurso hoy varió ‘valoro los resultados’ acostumbra decir.

La probidad de su labor nadie la discute, debe revisar la calidad, y evitar tantas disculpas, que la humedad y el horario, que la cancha, lo apretado del torneo, los viajes, o el software que advierte lesiones y condición física. Siempre hay una explicación extra.

Esta vez lamentó la ida de Mejía, Ménder, Quiñones y Guzmán -eran suplentes- y reconoció que una de sus tareas es promocionar jugadores. No sé por qué, idéntico todo a la era Bodhert, deslindando obligaciones y ajustando el colchón.

Quizá haya mucha prevención, poca autocrítica y esté errando los caminos. Con un año de estadía como entrenador, debe evaluar y certificar el proceso, sus etapas, y que es lo que quiere. El resto es engañarse uno mismo.

En 10 jornadas 6 empates, y así es duro trepar la cuesta, y con mayores veras ahora que valida los puntos como lo esencial. Parece armado Once Caldas para no hacer daño, ni que se lo hagan, con corte defensivo, sin armador, y nadie en el ataque que la meta.

A seguir sumando entonces para mantenerse firme, eso lo protegerá, porque existe la percepción de que equipo como tal no hay, ni titular fija, los cambios son pan de cada día, y ni los extranjeros ni los jóvenes aparentemente forman parte del libreto Corredor.

Terminando inclusive con prácticas desleales, no ilegales, que hartan, dignas de combatirse como la perdida deliberada de tiempo, en lo que Chaux y Cardona surgen como expertos.

El Once Caldas actual no sabe a nada, por más que el técnico se ponga bravo.

Hasta la próxima...