Marco Antonio Londoño Zuluaga


En los próximos días las letras colombianas se visten de fiesta, por la celebración de los 120 años del natalicio de una de las más insignes escritoras colombianas del siglo XX: María Eastman. Nacida el 9 de diciembre de 1901 en el municipio de Supía (Caldas), alternó la docencia con la escritura, destacándose particularmente en el género de la fábula, siendo pionera en el mismo, ya que en aquel entonces era poco cultivado. Hija de Tomás O. Eastman, abogado, banquero, político, economista y escritor nacido en el municipio de Marmato -quien junto a otros pensadores- más tarde fundarían la Universidad de Caldas.
De la talla de otras grandes escritoras como Soledad Acosta de Samper o Blanca Isaza de Jaramillo Meza, su vida transcurre, entre las letras y la enseñanza. Su publicación más conocida lleva por título “El Conejo Viajero”: una colección de cuentos para niños, en los que, ayudada por su poderosa imaginación, nos transporta a mundos en los que los ratones eran eruditos, los fósforos vanidosos y las hormigas y las abejas peleaban entre sí.
Sin embargo, los méritos de la escritora supieña van más allá de la docencia y las letras. Su historia es de liderazgo y de curiosidad. En ese entonces, el ambiente social era menos permisivo y las mujeres y algunos sectores sociales debían luchar si querían lograr aquello que se proponían. Las oficinas públicas o privadas difícilmente recibían a las mujeres para que trabajaran en ellas, si querían ingresar a una biblioteca debían hacerlo acompañadas de un varón, si de leer un libro se tratara, debían estar custodiadas de un hermano, del esposo o el padre, como tutores o vigilantes “garantizando una lectura edificante”.
Ni qué decir de la educación superior o del derecho al voto, pues en ambos casos no tenía acceso. No obstante, María Eastman, fue diferente. De esta manera, se matricula en la escuela Normal con el ánimo de hacerse profesora, saciando así la inquietud intelectual que naturalmente tenía. Como anécdota de esos años, queda la que cuentan algunos conocidos, sobre la relación de enseñanza que tuvo la escritora con el historiador y escritor Jaime Jaramillo Uribe, muerto hace ya pocos años. Cuentan que al futuro académico María Eastman le prestaba libros, le contestaba preguntas y lo incitaba a la lectura.
Para conmemorar los 120 años del natalicio de la escritora, la Alcaldía de Supía denominó el “2021 el año de María Eastman”, realizando una serie de actividades que exaltan la labor de esta cuentista, es de resaltar que la Biblioteca Pública de Supía lleva su nombre y permanentemente se realizan estrategias para que los ciudadanos conozcan y se apropien de la obra de esta supieña.
Recientemente la Universidad de Caldas y la Gobernación de Caldas recopilaron las obras de los escritores caldenses, reservando una sala en el Centro Cultural Rogelio Salmona para tal fin, la cual tendrá el nombre de María Eastman, otorgándole el protagonismo a esta mujer nacida en Supía.
La obra y vida de María Eastman debe ser una invitación a los formuladores del Plan Decenal de Cultura de Caldas que se está construyendo en la actualidad, debido que a través de esta política pública se puede fortalecer la participación de las mujeres en las dinámicas culturales del departamento, reconociendo los importantes aportes que ellas han entregado a nuestra identidad y a la consolidación de los procesos artísticos y literarios, que seguramente posicionarán la cultura de Caldas durante los próximos 10 años.
María Eastman y su legado nos demuestran que las mujeres son y serán protagonistas de la cultura caldense.
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