Lo que nos faltaba para continuar con la entrega de Colombia. El grupo guerrillero Eln es un grupo de 1.000-1.200 integrantes que tienen medio loco al presidente Santos, que los persigue para ofrecerles una paz de las que a él le gustan. Para decirles que por parte del gobierno colombiano no deben temer nada. Ya que las órdenes son de llamarlos a una paz que puede ser similar a las otorgadas a las Farc. Es decir, a entregarles otro pedazo de patria con grandes beneficios, que nunca podrían tener sin la generosidad presidencial. Pero estos insurgentes responden a veces sí, y a veces no.
El presidente no sabe qué hacer, su gobierno termina en unos seis meses y su paz que tanto ha pregonado se esfuma. Y teme no poder adornarla con la de estos guerrilleros, que se burlan de los nervios presidenciales. Todo el mundo está enterado de los encuentros fracasados llevados a cabo en Quito - Ecuador.
Seguramente, este fracaso con el Eln enlodará el resto de su vida. Esta situación tan humillante por cuenta del Eln, se traduce en lo que puede decirse es su misión, la de asesinar gentes campesinas, hacer daños costosos en los oleoductos que surcan gran parte del territorio colombiano y a otras partes de la infraestructura nacional.
Este panorama es denigrante para los ciudadanos, ya que el país tiene bajo armas 445 mil integrantes de las Fuerzas Armadas. Es el segundo país mejor armado después de Brasil. Y esto no solamente para cualquier acción terrestre, sino que también goza de un poder aéreo de 447 aviones, incluyendo varios aviones fantasma, con la máxima tecnología para encontrar a sus contrincantes de día o de noche. No es posible imaginar que un pequeño grupo de 1.200 guerrilleros pueda arrodillar a este Ejército, de acuerdo con lo que acabamos de decir.
Las Fuerzas Armadas de Colombia tienen un costo de 12.145 millones de dólares anuales y ocupan el segundo puesto de reparto del presupuesto nacional.
El esfuerzo de los habitantes colombianos por nutrir las arcas de la nación con impuestos cada vez más injustos, es muy grande. Este esfuerzo que está encaminado a tener el segundo armamento más poderoso del continente debería dar lugar a una gran protesta nacional, por la manera como se está empleando. Igualmente, los dirigentes militares que tienen la inmensa responsabilidad de defender las vidas y bienes del país, también deben responder y explicar tamaño exabrupto. Un grupo bien armado, derrotado por un pequeño grupo de guerrilleros.
Uno tiene que tener la esperanza de que el nuevo presidente, que se posesionará el 7 de agosto, tenga en la cabeza esta situación absurda. No de otra manera se puede llamar el hecho de que un grupo de las dimensiones del Eln, mínimo frente al poderío militar colombiano, tenga en permanentes ascuas al país. Tiene en sus manos más de lo que necesita para rendir militarmente a estos subversivos, y que de dejarlos así acabarán con el país. La primera orden debería ser la de anular los llamados encuentros con gentes de este grupo y cancelar este programa inútil y humillante.
El nuevo presidente debería sentirse seguro con las Fuerzas Armadas colombianas, porque ellas están muy bien dotadas para los encuentros bélicos que requiera la paz de Colombia. Más aún, existe la impresión de que los altos mandos militares de Colombia han tenido que afrontar no a su gusto, la política de paz que se ha firmado con entregas sucesivas de la nación a las guerrillas que ya se están instalando como parte del Congreso Nacional.
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