Luis F. Gómez


¿Por qué continúa la guerra en el Cauca? fue el título del conversatorio de la Comisión de la Verdad sobre la no repetición del conflicto armado en dicho departamento. Allí el Instituto de Estudios Interculturales - IEI de la Javeriana Cali presentó un análisis que responde la pregunta del conversatorio y que da agudas pinceladas para comprender la situación. Hay eslabones visibles, donde tradicionalmente se ha concentrado la frágil respuesta institucional, y al mismo tiempo, existen lazos invisibles que no se logran enfrentar.
El estudio del doctor Carlos Duarte, docente e investigador del IEI, nos muestra que los asesinatos de líderes y lideresas sociales no son hechos aislados, que los territorios donde suceden, el perfil de las víctimas y los intereses que se juegan, muestran causas sistemáticas territoriales. Pero lo más grave del estudio, es la revelación de que este tipo de hechos son una constante en la historia de nuestro país. En los últimos 50 años, cada vez que hay un proceso de paz que intente ampliar los espacios políticos en función de fortalecer nuestra democracia, se acompaña del asesinato y persecución a los líderes sociales y a quienes han firmado acuerdos de Paz. Dicho de otra manera, las muertes de nuestros líderes sociales desnuda una vez la incapacidad que tenemos los colombianos de resolver nuestros conflictos políticos y sociales por fuera del uso de la violencia.
El asesinato y la violencia se ha convertido en el eslabón de una cadena que comienza con la estigmatización del contrario (fake news), luego se le persigue para cerrarle espacios sociales, políticos y económicos; lo anterior crea las condiciones para su criminalización (low fire). Finalmente, este protocolo de exterminio significa la muerte de los líderes sociales.
Hoy en Colombia estamos en un cruce de caminos: los factores de la violencia se siguen acumulando, buscando un cauce de salida que recurrentemente estalla generando violencia y destrucción. Frente al anterior panorama, es necesario construir un nuevo camino en el que se conjuguen positivamente liderazgos con visión amplia e integradora, procesos de reconciliación y diálogo, planes de autonomía y desarrollo económico, inversión en bienes públicos en lo rural, fortaleza organizativa social, pública y privada para crear experiencias demostrativas que nos señalen la posibilidad de futuro.
Enfrentar los eslabones visibles e invisibles en el departamento del Cauca exige entre otras: Deslinde enfático de los movimientos sociales respecto de los actores armados. No perseguir los eslabones visibles de los cultivos ilícitos, sino los invisibles: los carteles. Ir más allá de la presencia militar, utilizando estrategias de contrainteligencia para determinar la participación de algunos miembros de las fuerzas armadas en las economías ilícitas. Aceptar la profunda interculturalidad, pues el Cauca no es solo indígena, es afro y campesino también. Sin lugar a dudas, la mejor herramienta es consolidar un Plan de Desarrollo Departamental con enfoque territorial.
La violencia, como la pandemia, parece ensañarse con los más débiles. Y, es justo allí, en una de nuestras despensas alimentarias, de culturas y de vida, se están encubando las condiciones para una tormenta perfecta. ¿Seremos capaces de desactivarla?
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015