Luis F. Gómez


En los resultados electorales del domingo pasado, más allá de los candidatos que representan los dos extremos ideológicos, en términos de derecha e izquierda, hubo una manifestación importante de la opinión pública que señala la importancia de la mesura, que podemos llamar “centro”. Efectivamente, un 25% del electorado y que acompañó a los candidatos De la Calle y Fajardo se convierte en el fiel de la balanza. Este mensaje es muy importante y debe servir de catalizador para hacer consensos mayores en el país en los temas vitales para la sociedad. Más que jalar para los extremos, es fundamental lograr acuerdos más amplios y generales.
En muchos países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, se presentan vaivenes entre derecha e izquierda, con acentos y énfasis. Y ello aporta a la vida democrática, que termina ofreciendo una diversidad positiva en ese juego dialéctico de perspectivas ideológicas. Pero para un país como Colombia, donde estamos iniciando procesos de consolidación de la presencia del Estado en todo el territorio nacional; con brechas de desarrollo tan grandes entre regiones; con inequidades sociales y económicas tan profundas e hirientes entre la población; con un enemigo del tamaño y perversidad del narcotráfico en sus entrañas; y con un país vecino en proceso de implosión económica, democrática y ética, es definitivo que todos podamos ponernos de acuerdo en los objetivos de trabajo y así concentrar esfuerzos. El contexto del país es muy frágil y delicado. Por ello, hay que proteger y cuidar un ambiente de colaboración, como se dice coloquialmente, para sumar. Posiciones incendiarias o excluyentes son el peor servicio que se le puede prestar a la democracia colombiana. Pues éstas sencillamente restan y dividen.
Sería muy provechoso que los candidatos Duque y Petro hicieran eco de ese llamado al centro. Que más allá de la mecánica electoral para atraer a los votantes de los candidatos que no pasaron a segunda vuelta, busquen de veras generar plataformas de consensos amplios y generosos. Para que cuando llegue el elegido a la Presidencia pueda convocar a todos sus compatriotas y no solamente a un grupo.
El realinderamiento de fuerzas y matices para la segunda vuelta tiene una oportunidad muy significativa, pues es una ocasión para que ciertos apoyos fanáticos, en exceso ideologizados y hasta fundamentalistas, pierdan su peso relativo en cada alianza. Y esto es bueno, porque pueden permitir construir acentos y propuestas más incluyentes.
Finalmente, fue muy positivo el incremento de participación electoral el domingo pasado, y se constituye en una muy buena noticia, pues los índices de participación revelan también la fortaleza de una democracia y ejercicio de la ciudadanía. Y la derrota de las llamadas maquinarias es una excelente noticia, pues le da a la democracia más libertad de expresión.
Qué bueno que la segunda vuelta le dé al país una opción de gobierno en donde la gran mayoría de los colombianos y colombianas se encuentren a gusto y podamos todos construir ese nuevo país que tanto anhelamos.
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