La pérdida de poder adquisitivo viene deteriorando la billetera de los colombianos. El alza de los precios en el país no da tregua. Sigue imparable. ¡Agosto fue el mes más alto del presente siglo! Los alimentos han sido los grandes responsables del aumento de los precios, con un promedio anual de 25,6% y la energía que ha tenido un aumento promedio del 25,9%. Gracias a que otros integrantes de la canasta familiar no han tenido un alza tan fuerte, el promedio nacional anual fue de 10,8%. En Manizales, el promedio de la inflación a agosto fue de 10,5%, una de las menores del país, Pereira experimentó 11,3% y finalmente, Armenia, un 11,6%, la más alta del Eje Cafetero.
Esta situación es una verdadera tragedia para los más pobres del país. Primero, porque ellos gastan proporcionalmente más en alimentos, así si la inflación es jalonada estruendosamente por los alimentos golpea de manera muy fuerte a los pobres. Y la gran preocupación es que al ser la fórmula de la movilidad social: Crecimiento económico más subsidios menos inflación, al dispararse la inflación borra lo que se logra con el crecimiento y subsidios. A los niveles de inflación que tenemos podría ser muy posible que el resultado sea que caiga la movilidad social, es decir, que la pobreza aumente. El principal problema que debe atender el Gobierno es la inflación.
Sobre la dinámica de la inflación es muy claro el último análisis de ANIF: “Dinámicas externas como la crisis en Ucrania, el desabastecimiento de insumos para la producción de diversos bienes y el encarecimiento de los fletes del comercio internacional han hecho de la inflación un factor común para la gran mayoría de economías del mundo. En Colombia el fenómeno se ha visto acentuado por la tendencia al alza del consumo interno, el déficit fiscal y el desbalance en la cuenta corriente. El Emisor ha reaccionado rápidamente al alza en precios subiendo su tasa de referencia de 1,75% a 9% durante el último año. Con el nuevo dato se esperan nuevos aumentos en la tasa de interés. Más allá de la política monetaria, se puede tomar medidas desde el frente fiscal utilizando los instrumentos adecuados para reducir la demanda interna. La inflación afecta de manera desmedida a los hogares más pobres por la composición de su canasta básica de consumo. Siendo la equidad una de las prioridades del nuevo gobierno, no hay política más progresiva que mantener el incremento en precios bajo control”.
Así pues, lo mejor que puede hacer el gobierno es buscar la estabilidad de la moneda, que pasa en esta oportunidad seguramente por el control del gasto, reducción del déficit fiscal y el control monetario. Todo ello ayudará, pero tendrá un costo, sin embargo, es la mejor forma de defender a los más pobres. De otra parte, es clave ver que la inflación que estamos experimentando tiene que ver con un problema de oferta, por lo que en el campo de los alimentos es fundamental una política sostenida y agresiva del gobierno, para asegurar la alimentación de los nacionales. La política de fomento agropecuario es fundamental.
La inflación es, en efecto, la peor noticia para el país y especialmente para los más pobres.
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