Luis F. Gómez


¿Cómo sembrar esperanza? ¿Cómo dar un aire nuevo a la vida? ¿Cómo aceptar existencialmente que la muerte y el fracaso no son las últimas palabras? ¿Cómo aceptar que siempre hay oportunidad para levantarse y volver a emprender el camino? ¿Cómo darle un sentido profundo a la existencia, tanto en los momentos difíciles, como en los momentos de alegres; en los momentos de fracaso y de éxito?
La vida se construye en la tensión con la dificultad, en la lucha que exige pasión para no dejarse desanimar, la vida se juega en la creatividad para no caer en la decepción del camino imposible o inexistente. La vida implica esa tensión positiva que nos lleva a sacar los planes adelante sin importar los problemas. Y es allí donde el sentido de esperanza como horizonte que abre la mira al futuro posible, es donde se juega nuestra participación. Forjadores de esperanza, esa es la tarea fundamental.
Una visión positiva de la vida, más allá de una mirada ingenua o infantil. Es una mirada que acepta que las cosas pueden ser de una mejor manera, que es posible que las cosas cambien, que un estado de cosas más justo, más equitativo, más humano y especialmente que defienda y propenda por la dignidad de todas las personas, es posible, viable y real.
Una actitud de vida de servicio, de estar disponible para colaborar es la mejor vía para participar de manera especial en la transformación de las condiciones y en medio de esa acción, buscar que todos seamos más humanos. En medio de una colaboración creativa y abierta, que valore la diferencia y la pluralidad, como una inmensa oportunidad para impactar la sociedad.
Pues, bien, este tiempo de Pascua es el momento para reafirmar esta tarea, que es una verdadera misión de vida, para que alrededor de cada uno haya vida y la haya en abundancia. Esa es la invitación que hace a toda la humanidad la resurrección de Jesús. El hecho central de la fe cristiana nos invita a que sembremos esperanza. El cristiano está llamado a sembrar en positivo. En ello las mujeres que fueron las primeras en tener consciencia de la resurrección de Jesús nos dan un claro ejemplo, su capacidad de cuidado del que tienen al lado, ética feminista del cuidado, y el cuidado que tienen con lo frágil y vulnerable en el caso de la maternidad es muy diciente. Por ello, es que la mujer comprende con mejor capacidad el anuncio de la Buena Noticia del Evangelio. ¡Y son las más importantes responsables de la Evangelización! Portadoras de vida y sentido.
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