Los obispos del país han lanzado un llamado democrático al país. Una voz que resuena en la conciencia de los colombianos y colombianas pues apelan a la obligación moral de los ciudadanos con el futuro de la sociedad en democracia. En efecto, los obispos de Colombia, en una breve pero sustanciosa declaración sobre el certamen electoral de hoy, dan unas interesantes claves de lectura y, si se quiere, de acción para los ciudadanos y muy particularmente para los católicos. El tono de la declaración está marcado por su título: “La participación en la vida política es una obligación moral”. Los jerarcas ponen la ética en el centro de la política. En el corazón de la vida ciudadana, la participación.
La decisión de cada elector debe guiarse por la búsqueda del bien común. Honestamente cada uno de los electores debe poner en su conciencia su decisión, para que esta pueda construir realmente el bien común de la cosa pública en nuestra sociedad. Por ello, describen los obispos el hecho electoral como “el arte de la búsqueda democrática del bien común” y señalan que se debe hacer con un gran realismo, aceptando los males y problemas que tenemos en el país; pero advierten que no podemos quedarnos allí, sino que hay que pensar en las potencialidades que hay allí en clave de esperanza. Es este ánimo de esperanza que debe primar en las personas para participar en el proceso democrático. Esperanza, la podríamos llamar: acción constructiva, acción en diálogo con otros, búsqueda honesta de consensos para focalizar esfuerzos y recursos en miras al bien común. No es pues, una esperanza alienante, sino que se pone en marcha junto con otros.
Los jerarcas subrayan la necesidad de superar el pesimismo y el miedo, que normalmente llevan a desconfiar los unos de los otros. Y la descalificación en la campaña que hemos vivido en esta oportunidad sí que ha sido, desafortunadamente, polarizante, plagada de verdades a medias, hasta de oído y venganza. La constante de la dinámica de las relaciones planteadas con motivo de la campaña no ha sido la mejor. Así es como los obispos consideran vital recuperar la confianza ciudadana en las instituciones, para que desde allí se busque el bien común. La confianza entre los ciudadanos, aún entre los contrarios y contrincantes, pues todos somos ciudadanos y como tal estamos todos en la misma barca.
En un país que ha sufrido tanto con la violencia, la expresión ciudadana por medio del sufragio, es la manera pacífica de decidir sobre el futuro de la sociedad, gracias a que a través del voto se dejan escuchar las voces. Una democracia vibrante es fundamental, para que los lazos de cohesión social se den y la sociedad pueda tener condiciones de posibilidad para continuar en su viaje histórico por los canales de la paz y la búsqueda del bienestar de todos y todas.
Que mañana podamos despertarnos un una democracia más profunda y enraizada en los corazones de todos, este sería el mejor producto de la jornada de hoy. ¡Todos y todas a votar!
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