Luis F. Gómez


La información permite tomar mejores decisiones. Pues, bien, antes de comprar algún alimento sería bueno tener la información sobre la cantidad de azúcar, azúcares libres, edulcorantes, sodio, grasas totales, saturadas o trans, en los productos industrializados que compramos a diario. Tener esa información seguramente nos permitiría tomar mejores decisiones para nuestra salud y bienestar. Pero el Congreso de la República se resiste a colocarlo como una obligación a los productores. El lobby infernal de muchas empresas y de capitales del sector han logrado empantanar en el Congreso la norma que exigiría el etiquetado especial.
El proyecto de Ley 019 de 2017 busca modificar las etiquetas de los productos exigiéndole a productores e importadores de alimentos que informen en etiquetas claras, indelebles y visibles. Pues se trata que se vean a simple vista, y no con necesidad de una potente lupa como ocurre en la actualidad. Y que se utilicen los semáforos de colores para facilitar el reconocimiento por parte de los consumidores. Esto ayudaría definitivamente al cuidado de la salud de los colombianos.
Los problemas de sobrepeso, obesidad y diabetes, van en aumento en nuestro país. Según datos del Ministerio de Salud, el 17% de la población entre 5 y 17 años sufre de algún tipo de exceso de peso. El 13% padece sobrepeso y casi el 4% obesidad. Hay que hacer algo y muy práctico para que ayude al cambio de cultura alimenticia en nuestro medio. Por ello, un rótulo frontal que a modo de semáforo (rojo, ámbar o verde) que indique la cantidad de grasas, azúcar y sal de cada producto, sería muy oportuno. Está ya recomendado por la Organización Mundial de la Salud, no es una mera moda, o una terquedad de unas ONG o de unas ligas de consumidores. Es una recomendación de la autoridad mundial en el campo de la salud. Pero los congresistas prefirieron hacerle oídos sordos y, más bien, hacerle juego a unos lobistas mercachifles. ¿Dónde está la responsabilidad social empresarial de las compañías que se oponen?
La propuesta de etiquetas frontales, viene con la idea del llamado Semáforo Nutricional, una iniciativa que busca reducir las tasas de obesidad y de enfermedades derivadas de una mala alimentación. Si el componente está en bajas cantidades la etiqueta debe mostrar el color verde, si está en cantidad promedio, ámbar y si está muy concentrado, rojo. A este semáforo se añade el color gris, que suma un criterio al consumo que es la cantidad de calorías.
Este método fue creado por la Food Standard Agency (FSA), del Reino Unido y ha sido apoyado por la Comisión Europea y por grupos industriales y asociaciones de consumidores. En Francia se implementaron otros métodos que valoran integralmente los alimentos con cuatro categorías marcadas con letras que van desde A- para un alimento óptimo, hasta E - para un alimento pésimo.
Las etiquetas en los alimentos, con información veraz para el consumidor se constituyen en un deber de las empresas y en un derecho del consumidor, y si esta información se hace más clara, se puede esperar que mejore la alimentación y se consuman alimentos más sanos.
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