Las percepciones electorales coincidieron en general con los resultados finales en las urnas. Habrá segunda vuelta entre el que dijo “el presidente eterno” y un candidato alternativo. Son múltiples las posibilidades de interpretación de los resultados, de acuerdo al punto de fuga con el cual se visualice.
En términos sociales, las elecciones transcurrieron en paz y se incrementó el número de votantes. Es una de las primeras consecuencias positivas de la firma de los acuerdos del Colón y las negociaciones con el Eln. Razón de más para pensar que “volver trizas el acuerdo de paz” no es una opción deseable para los próximos años. La sociedad necesita dejar atrás todos los factores que conducen a revivir las décadas más oscuras de la violencia armada y abrir los caminos de una solución negociada a los múltiples conflictos sociales que se abrirán como consecuencia de poder expresarse sin el temor de ser asesinados, como sucede actualmente en Colombia.
Los resultados electorales muestran que la sociedad se polarizó; no solo entre derechas e izquierdas, sino también entre centros e izquierdas. Pero las derechas son pragmáticas y se unen con mucha facilidad en torno a la defensa del statu quo. El candidato del “presidente eterno” recibirá todos los apoyos posibles de quienes fueron sus contradictores desde la misma orilla. ¿Sucederá lo mismo en la centro-izquierda? Al momento de escribir esta columna afloraban las fracturas internas de esos partidos poniendo por encima intereses personales, más que sociales. Los casi 10 millones de votos que lograron la Coalición Colombia y la Colombia Humana, hubiesen sido suficientes para ganar en primera vuelta, pero desafortunadamente los imaginarios políticos difundidos por los promotores del odio, siguen definiendo las opciones de unidad entre quienes tendrían la oportunidad de cambiar el rumbo de Colombia. Como consecuencia, el caudillismo también penetró las campañas alternativas, minando la construcción colectiva de un nuevo proyecto de país que todos nos merecemos.
Más allá de los liderazgos que ganaron o perdieron en esta primera vuelta, hay un enorme deseo de transformaciones democráticas en la sociedad colombiana. Por eso, la segunda vuelta presidencial debería recoger esa contundente realidad para continuar sumando lo que en primera vuelta no pudo lograrse por falta de humildad política y decisión oportuna. El voto en blanco no es opción en esta coyuntura. Tampoco lo es votar por Duque o Petro como individuos. Se trata de elegir lo que ellos representan en términos programáticos para los próximos años. Tendremos que escoger entre la profundización del modelo neoliberal del Centro Democrático y todas sus maquinarias corruptas de siempre o el giro socialdemócrata que propone la Colombia Humana, incorporando ojalá, el proyecto educador como motor de esas transformaciones y la defensa de los acuerdos de paz como germen de una nueva cultura de paz, respeto por las diferencias y solución adecuada de los conflictos.
¿Por qué resulta tan difícil ponernos de acuerdo en estos asuntos fundamentales para seguir avanzando en el tratamiento de otras diferencias? Si el objetivo fundamental que se trazó la Coalición Colombia era derrotar a los mismos con las mismas, aún hay una oportunidad para lograrlo. Si De la Calle y los liberales auténticos, querían proteger los acuerdos de paz, todavía pueden conseguirlo. Entonces, como simple ciudadano les pido que no sean inferiores a esos gigantescos retos. Unamos en segunda vuelta lo mejor que tiene Colombia. Interpretemos el anhelo popular de dejar atrás la corrupción, la violencia, la inquisición en contra de quienes optan por opciones religiosas, políticas, sexuales o de familias diferentes, en medio de una sociedad fracturada por la desigualdad y la irracionalidad de un mercado que nos mata, acabando con el ambiente que nos garantiza la vida.
Yo dejaré atrás mis prevenciones, pondré en segundo plano mis críticas sobre la personalidad de los líderes que debemos elegir, cerraré los oídos para dejar de escuchar a los propagandistas del odio y la división y me concentraré en lo fundamental: votaré por un cambio para mi país, basado en educación, rescate de la productividad y del empleo, protección del medio ambiente, redistribución de la riqueza para alcanzar mayor justicia social y continuación de los esfuerzos de paz en los territorios.
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