Hace algunos meses el alcalde de Chinchiná amenazó con integrarse al Área Metropolitana Centro Occidente, liderada por Pereira como ciudad núcleo. La sola idea provocó gran revuelo en el gobierno departamental y aceleró un debate que se venía aplazando injustificadamente en la subregión centro-sur de Caldas relacionada con el estudio de las diferentes formas de asociatividad territorial.
Recuerdo cuando el exalcalde Rojas integró un equipo de expertos de las diferentes universidades de Manizales para madurar la idea de asociatividad en este territorio. Cuando las conversaciones y los primeros acuerdos de este equipo, que tuve el privilegio de integrar, no coincidieron con la opinión preconcebida que el alcalde tenía sobre este tema, desconoció unilateralmente el proceso y provocó una desafortunada declaración política favoreciendo su idea de metropolización. Una expresión más de los intentos de instrumentalizar la academia en torno a intereses políticos unilaterales. Quizás allí radique una de las múltiples diferencias entre las dirigencias políticas de las ciudades del Eje Cafetero. Pereira y Risaralda han demostrado mayor capacidad de integración de los diferentes actores públicos y privados en torno a proyectos regionales, garantizando la autonomía, el respeto y valoración de las comunidades de expertos.
Lo que se viene discutiendo en materia de metropolización deja nuevos sinsabores. ¿Acaso siente Caldas que se está quedando atrás y debe generar algún hecho metropolitano que contrarreste la iniciativa de Risaralda y desestimule los intentos de insubordinación de Chinchiná? Es probable, al fin y al cabo, las posibilidades de obtención de recursos del gobierno nacional y empréstitos multilaterales estarán cada vez más determinadas por la capacidad de estructuración de proyectos de impacto regional. Algo parecido sucede con la conformación de la Región Administrativa de Planeación (RAP) del Eje Cafetero, en relación con los avances de la RAP Pacífico. Parecen más efectos reactivos que prospectivos.
¿Por qué se propone optar por la conformación de un Área Metropolitana en la subregión centro sur? Es uno de los instrumentos más antiguos y más problemáticos de la LOOT, tanto en términos políticos como territoriales. Se trata de entregarle el liderazgo a la ciudad mayor sobre los principales destinos territoriales de los municipios asociados más chicos, y aportarle recursos a una nueva institucionalidad que limita la autonomía en torno a un proyecto que, en todos los casos que conozco, provoca la conurbación física y funcional de las ciudades, generando metrópolis expandidas, densas y con grandes problemáticas ambientales y sociales. Los municipios más pequeños se convierten en áreas dormitorio de la ciudad núcleo, provocando la dependencia y la anexión funcional. Así sucedió con las áreas metropolitanas de Bucaramanga, Medellín y Barranquilla. En esa dirección va la AMCO de Pereira. Bogotá resolvió este problema, anexando de facto a los municipios vecinos en épocas de la dictadura militar con los efectos que hoy conocemos. Y ahora quiere avanzar en la segunda corona de municipios vecinos con las pésimas decisiones de expansión urbana desparramada del alcalde Peñalosa.
¿No sería mejor asumir el reto con toda seriedad y calma, buscando innovar con otras formas de asociatividad menos jerárquicas y con mayores posibilidades de planear sistémicamente nuestro territorio, a sabiendas de que podemos avanzar en integración de servicios públicos sin necesidad de fundirnos en una sola mancha urbana, buscando hacer realidad la planeación en torno a la cuenca del río Chinchiná como estructurador ecológico del territorio?
Hay muchos conflictos metropolitanos que requieren soluciones concertadas: el agua, la disposición de basuras, los recursos turísticos del PNN Los Nevados, el PCC, la minería, las conurbaciones no planeadas de sectores rurales como la vereda Gallinazo, entre otros. Cómo no discutir, por ejemplo, las implicaciones de transformar Palestina en “municipio aeropuerto” y sus consecuencias sobre el ordenamiento territorial los municipios vecinos. Cómo ignorar los impactos negativos que tuvo la expansión de La Florida en Villamaría mediante la tipología de ciudad jardín. Todos estos fenómenos hacen parte de las dinámicas de la ciudad núcleo (Manizales) sobre los demás municipios, sin que estos tengan la capacidad de reaccionar en defensa de un ordenamiento territorial sustentable. ¿Quieren los municipios de la subregión centro-sur legalizar estas dinámicas, entregándole el liderazgo a Manizales para que las malas prácticas locales se trasladen al territorio subregional?
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