Hace pocos días LA PATRIA de Manizales me invitó a un chat virtual con el gobernador y otros dirigentes del departamento de Caldas. El objetivo era recoger opiniones de los participantes sobre lo que debería hacerse para ayudar a la reconstrucción del tejido económico y laboral del departamento, gravemente golpeado por la pandemia. Lo mismo que ha sucedido en todos los otros departamentos.
Mi recomendación fue sencilla: es tal la multitud de ayudas, de créditos, de subsidios y de apoyos que el gobierno o las agencias especializadas han ido anunciando a cuentagotas durante los últimos meses, que un departamento como Caldas debería organizar una secretaría especializada o adecuar alguna de las existentes, única y exclusivamente dedicada a llevar el inventario de las ayudas ofrecidas con motivo de la pandemia. Y servir así como puente informativo para direccionar hacia las empresas o a los comerciantes o agricultores de la región la consecución de estas ayudas. Apoyándose naturalmente en los municipios del departamento.
Vale la pena recordar lo siguiente: en España el gobierno de Madrid ha resuelto apoyarse en los miles de ayuntamientos, o sea, municipios que allí existen, para informar a la ciudadanía de la España profunda sobre la panoplia de apoyos y ayudas que se han ido arbitrado desde Madrid. Se busca así llenar el vacío informativo que existe tanto hacia las personas jurídicas como a las naturales del sinnúmero de apoyos que se han dispuesto por el gobierno central para esta emergencia. De la misma manera que se habla de un bache digital entre el centro y las regiones, podemos afirmar que existe un bache informativo entre el centro y la periferia del país.
El diagnóstico que se hizo en España fue el de que una gran parte de las ayudas dispuestas por el gobierno o por las instituciones de crédito de carácter central (tanto bajo la forma de créditos, subsidios u otras modalidades) no fluían aguas abajo hacia las regiones, simplemente porque lo decidido en la cúspide no lo conocían las bases.
Algo por el estilo sucede en Colombia. Basta escuchar el programa televisivo presidencial diario de las 6:00 de la tarde, para darse cuenta de la cantidad de anuncios y ofertas que cada día hace el gobierno de Bogotá para los damnificados por la pandemia. La pregunta, sin embargo, es la siguiente: ¿cuántas de estas ayudas efectivamente son aprovechadas por las comunidades regionales?, ¿cuántos de estos potenciales beneficiarios de esta catarata de créditos subsidiados, de apoyos al empleo, de líneas de crédito garantizadas por el fondo de garantías, etc., etc., están desaprovechándose, simple y llanamente, por falta de información? No es una mera casualidad que un gran porcentaje de los cupos del Fondo Nacional de Garantías se hayan quedado sin utilizar en esta emergencia.
Afortunadamente para Caldas y para los demás departamentos del Eje Cafetero, la caficultura ha sido una de las actividades menos golpeadas por la pandemia. La cosecha se ha podido recolectar normalmente, en términos de cantidades ha sido una cosecha abundante, y los precios internacionales han sido aceptables. La caficultura- por primera vez en décadas- ha podido sortear una emergencia sin una crisis mayúscula.
Naturalmente, la gran recuperación del tejido social y empresarial la veremos cuando la apertura de la actividad económica que de la primera semana de septiembre en todo el país arranque satisfactoriamente. Romper prudentemente las cadenas de la cerrazón a la que estuvo sometida la economía nacional por más de cinco meses, es la clave para iniciar el arduo y largo camino (pues no será corto) de la recuperación económica. La más segura ruta es el restablecimiento de las actividades económicas.
Pero mientras tanto, hay que aprovechar al máximo el abanico de ayuda y subsidios que se han venido organizando. Y para eso, las gobernaciones y los municipios, a través de secretarías especializadas, que puedan actuar como unas correas de transmisión informativa hacia los potenciales beneficiarios pueden jugar un papel de invaluable valor. Este es el típico asunto que no se puede dejar solamente al cuidado de las autoridades bogotanas o de las entidades con su domicilio principal en la capital. Hay que “platanizar”, como decía Mario Gómez Estrada, este mosaico de ayudas y apoyos para los territorios y las regiones donde, finalmente, están sus destinatarios principales.
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