En el libro Más allá del bien y del mal del reconocido pensador alemán Nietzsche, el autor plantea una reflexión sobre una buena conversación: “Uno busca a alguien que le ayude a dar a luz sus pensamientos, otro, a alguien a quien poder ayudar: así es como surge una buena conversación”.
Conversar, en algunas ocasiones, es sinónimo de converger. De encontrarnos a través del diálogo, así nuestras posiciones sean opuestas. Incluso, parafraseando a la escritora Carolina Sanín, no es necesario conversar con el adversario y generar una discusión o polémica para que la conversación sea provechosa, en contravía de lo que muchos medios de comunicación en el país han querido promover: La confrontación de las ideas como una estrategia para cautivar a grandes audiencias, pese a estar profundizando la evidente polarización política y social que presenta hoy Colombia.
Me considero un partidario y un “romántico” del acto de conversar. Entre mis convicciones, creo que los conflictos que se presentan a diario deben estar mediados, siempre, por un diálogo sincero y en búsqueda de lo que hoy mucho se habla: la asertividad. Por ejemplo, más allá de las posiciones políticas, escuchar de primera mano la experiencia de Humberto de la Calle Lombana y su rol de liderazgo para alcanzar un acuerdo con la guerrilla de las Farc me convence aún más del título de esta columna.
Conversar también es una oportunidad. Mucho más en un país como Colombia en el cual muchas voces han sido acalladas por la violencia y las balas. Conversar requiere escuchar: escuchar historias, anécdotas, pensamientos y sueños. Sueños como el de los jóvenes y los campesinos de Colombia; un joven como Brykush, quien acompañó la Primera Línea este año en el marco de las protestas que tuvieron lugar en el mes de abril y mayo; hablar de su sueño de país y sociedad y de cómo señala a la clase política de robarle sus oportunidades nos invita a reflexionar sobre las decisiones que a diario toman nuestros gobernantes. Por su parte, entender la lucha social de miles de campesinos, como lo relató la líder social Alicia Ramos, por recuperar sus tierras que fueron arrebatadas por diferentes actores del conflicto, entre ellos el Estado, y su sueño de ver crecer a sus hijos donde ellos otrora lo hicieron, nos lleva a cuestionarnos acerca de la indiferencia que nos embarga producto de los privilegios entre los que hemos vivido.
Existimos en y por la conversación, en consonancia con la premisa de que somos seres sociales por naturaleza. En reconocer al otro en su necesidad o interés por expresar algo. Probablemente de eso nos hablaba la profesora Fanny Bernal cuando se refería al estado de la salud mental, el suicidio y los procesos de duelo en la sociedad. Hoy en día es común observar en redes sociales mensajes alusivos a la importancia de la escucha y al incremento de voluntarios que están dispuesto a escuchar al otro en momentos de crisis existencial.
Como estas, muchas referencias, frases, anécdotas y sueños han quedado “grabados” para la posteridad en el espacio que, desde hace algunos meses, decidimos bautizar En Minutos Podcast: un proyecto sonoro, completamente digital, que gracias al entusiasmo y dedicación de Julián Bernal Ospina y mía hemos logrado impulsar y posicionar. A la fecha finalizamos la segunda temporada y esperamos lograr muchas más. En Minutos es una apuesta regional por generar conversaciones y análisis sobre la realidad de Colombia y el mundo.
Conversamos para existir. Existimos y conversamos. Cuando me preguntan a qué me estoy dedicando en la actualidad, mi respuesta es una: a conversar.
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