José Jaramillo


Los grandes pensamientos de la humanidad no provienen necesariamente del Ágora ateniense, ni del Foro romano, en los que maduraron las ideas democráticas; y buena parte de los principios de la cultura occidental. Tampoco de las sofisticadas cortes del Reino Unido, donde se decide la suerte de su destino histórico. Y menos del Congreso colombiano, otrora escenario de debates políticos iluminados por la cultura y la elocuencia. Ahora, desde sus curules se negocia el futuro de los colombianos como se regatean precios en las plazas de mercado o en las ferias ganaderas. Las situaciones, por trascendentales que sean sus causas y efectos, las puede resumir un entrenador de fútbol cuando dice que “perdiendo también se gana”, no sólo para justificar una derrota de su equipo sino para señalar que de los fracasos se sacan experiencias que pueden ser útiles. O lo dicho por el pugilista, que de la gloria de los grandes triunfos, a causa de sus desórdenes personales cayó en la miseria. Él dijo: “Es mejor ser rico que pobre”, como un acto de contrición tardío. También, el bonachón mediocampista, que ha vivido como cuando jugaba fútbol, haciendo gambetas y armando estrategias para meter goles y ganar partidos, cada que se le pide su opinión sobre cualquier asunto contesta con la misma frase: “Todo bien, todo bien”.
De estos “filósofos” deben tomar enseñanzas los colombianos para superar las dificultades que afrontan, que no son de ahora, sino que de tiempo en tiempo aparecen con distintos ropajes, como guerras civiles, crisis económicas, magnicidios, violencia política… A los que, como si no fueran suficientes, hay que agregarles la desigualdad social, la politiquería y la corrupción. Y como no hay situación, por mala que sea, que no pueda empeorar, apareció un virus originario del lejano continente asiático, que tiene al mundo entero en ascuas. Es decir, que no hay para dónde correr de huida. El coronavirus, como se identifica, no se puede ver ni tocar ni se siente venir, lo que dificulta combatirlo o escondérsele. Las prevenciones han provocado la parálisis de innumerables actividades y el confinamiento de comunidades enteras, mientras crece el número de personas contaminadas, muchas de ellas mortales. La alarma generalizada y los costosos efectos negativos de la pandemia, dispararon la creatividad de los científicos que han producido vacunas para evitar que la plaga continúe expandiéndose. Cuando esto se logre, tendrá la sociedad, que acometer la reparación de los daños y la reanudación normal de las actividades. Lo que se llama resiliencia, que es rebotar: caer y volver a subir. Para volver a los “filósofos” elementales o “artesanales”, cuando un jinete se cae del caballo, el compañero le dice: “Párese y vuelva monte”. Eso es resiliencia.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015