José Jaramillo


Según analistas, de los que dedican buena parte de su tiempo a recoger testimonios, codificarlos y establecer porcentajes para crear estadísticas que servirán de orientación para tomar decisiones a futuro, envejecer es un arte. Como la música, la pintura, la danza, el macramé y el tejido de croché. Esos estadígrafos suelen ser académicos, a la sombra de los honorarios que les pagan las universidades; o profesionales de las ciencias médicas, especialmente de las que tienen que ver con la conducta humana, que recogen testimonios de sus pacientes, los ordenan y categorizan, para producir documentos con los que pueden aspirar a reconocimientos académicos y hasta premios de los que financian fundaciones filantrópicas. Lo de “arte” podemos pensar que se refiere a que los viejos procuren ser resignados, tolerantes y estorbarles lo menos posible a sus parientes, para conquistar su simpatía, especialmente cuando hay de por medio una herencia considerable. Lo de la experiencia y la sabiduría dejó de tener valor. Para eso está Google. Otros, en cambio, gozan de verdadero cariño y protección de hijos y nietos, cuando se esfuerzan por ser autosuficientes, simpáticos… y no viven con ellos. Otros viejos les sirven a las instituciones de las que han hecho parte, algunas desde su fundación, para exaltarlos en cada cumpleaños y oír en las juntas sus aportes a las decisiones finales, los que normalmente no son tenidos en cuenta, aunque, sí, recibidos con admiración y respeto.
Los espacios con los que cuentan actualmente casas y apartamentos son insuficientes para albergar ancianos y tampoco se dispone de servidumbre para atenderlos, mientras el resto de la familia tiene que irse a trabajar o a estudiar. Aquellas casonas donde la viejita “parecía una escultura puesta en la melancolía de un rincón de comedor”, como dice un tango, también viejo, son historia. Esas casas de dos plantas, con habitaciones, salas, comedores, estaderos y locales en la primera planta, son demolidas para construir edificios de apartamentos de 64 metros con tres alcobas, donde no cabrían los viejos de las familias ni de punta, por lo que se han puesto de moda los hogares de ancianos, en los que se paga una mensualidad que incluye alojamiento, comida y atención médica; y donde pueden ir los familiares a ver a sus viejos cada que quieran…,o cuando se acuerden de ellos.
La vejez, vista en forma pragmática, se favorece con la ciencia médica, que se encarga de hacer durar a la gente, sin importar la calidad de vida y los efectos del envejecimiento de la población en los costos sociales y en los entornos afectivos, lo que puede tener connotaciones de ternura pero en la práctica es calamitoso.
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