José Jaramillo


“En lo que se refiere a Dios, hay que creer, no razonar”, le dijo un cura católico a un condenado a muerte al que asistía, cuando éste dudaba sobre sus convicciones religiosas, que se confundieron entre el escepticismo de su padre, que confrontaba las enseñanzas evangélicas con la conducta de algunos clérigos; el fervor ciego de su madre, que ponía todas sus angustias, alegrías, necesidades y esperanzas en manos de Dios, e hizo bautizar a su hijo a escondidas del marido; y la conducta de altos jerarcas de la Iglesia, aliados de dictaduras y satrapías, que obraban muy lejos de los principios cristianos, aunque los déspotas fueran asiduos de los oficios religiosos y pusieran los ojos en blanco para recibir los sacramentos.
El reo de marras era un intelectual de vastas lecturas, a quien habían acabado de confundir con la idea de Dios muchos filósofos, supuestamente depositarios de la verdad, por la profundidad de sus reflexiones, como Kant, Descartes, Spinoza, Nietzsche y otros, que tenían ideas distintas respecto de Dios, aunque todos admitían la existencia de un ser superior. Esto, sin profundizar en mitologías antiguas, que tienen dioses para todos los fenómenos naturales y para las distintas actividades humanas; el panteísmo, que confiere trascendencia divina a plantas y animales, lo que libra a las vacas del matadero; emperadores, reyes y similares que han dicho tener atributos divinos, como los faraones de Egipto, el Sha de Irán y el Negus de Etiopía; y algunos políticos latinoamericanos… Inclusive uno se llama Dios-dado. Y a otro sus seguidores le queman incienso, y tiene adoratrices que paga el Estado. Pero ese es otro cuento.
Volviendo a la idea de Dios, Éste suele ser negado por científicos a quienes se les confunde la espiritualidad en “las esferas gaseosas de su sabiduría”, como dijo un orador en los efluvios de su elocuencia. Uno de ellos, el sabio Einstein, matemático al fin y al cabo, con gran sentido práctico sentenció: “Si no existe un Dios, hay que inventarlo”, con lo que dijo mucho y no dijo nada, pero dejó satisfechos especialmente a los que no le entendieron, que fue la mayoría.
En la medida que avanzan la ciencia y la tecnología, y crece la soberbia de intelectuales, doctores, investigadores, astrónomos, catedráticos y dirigentes con delirios mesiánicos, incluidos altos jerarcas religiosos desviados por los vericuetos de la prepotencia, se incrementan las expresiones delirantes de ateos, agnósticos y escépticos, que exhiben tales condiciones como una condición de estatus superior. Allá ellos. Quienes conservan la Fe como asidero para navegar por las aguas de la vida en medio de las turbulencias de las circunstancias, se mantienen en la Fe con la que los criaron: la de carbonero, que cree sin razonar.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015