El término cáncer, proveniente del griego karkinoma, abarca más de 100 procesos diferentes que puede padecer el ser humano. La definición más sencilla expresa que es un crecimiento anormal de células, multicausal, que puede llegar a producir severas alteraciones que frecuentemente conducen a la muerte. 
La enfermedad parece existir desde alrededor del 2625 a.C, cuando el médico egipcio Imhotep, hizo una descripción de un supuesto cáncer de mama, Hipócrates, 450-370 a.C, utilizó la palabra carcinos, relacionando el crecimiento celular incontrolado con el cuerpo del cangrejo. 
Cada vez más personas se hacen la difícil pregunta: ¿Yo tengo cáncer? No es fácil recibir la noticia que tiene cáncer. Muchas personas pueden presentir un tumor maligno. Hechos y sugestiones conducen a la idea, sin confirmar y en muchas oportunidades pueden sospechar el sitio de la lesión.
Hoy es más fácil conocer sobre los eventos que favorecen la producción de un cáncer tanto en niños como en ancianos, pues nadie está exento de la probabilidad de tener un tumor maligno. 
Hay implicaciones de género, actividad laboral, costumbres dietéticas, excesos como el alcohol, otras adicciones como el tabaco, actividad sexual prematura, infecciones, transferencia genética y muchas otras acciones que pueden conducir a desarrollar el mal.
Se debe ser consciente con respecto a los tumores, no siempre lesiones malignas. Los tumores benignos también producen síntomas y signos, pueden comprometer la calidad de vida de los pacientes porque desarrollan crecimientos indeseados en distintos órganos, que si bien no originan directamente la muerte o metástasis, su diseminación a otras partes del cuerpo en ocasiones altera el buen funcionamiento de otros órganos.
¿Yo tengo cáncer? Es una pregunta que produce terror en los pacientes por las connotaciones que se conocen, dependiendo del género, de la edad y de las posibilidades de tratamiento.
¿Yo tengo cáncer? Antes en la mayoría de los casos era una sentencia de muerte. Afortunadamente, ahora existen muchos caminos para realizar tratamientos oportunos con un pronóstico mejor, que le permiten al paciente tener una vida igual o casi igual a la que hubiera tenido en caso de no tener el tumor. 
¿Yo tengo cáncer? Esta pregunta induce al paciente a una profunda reflexión, pero puede ser causa de angustia infinita, inclusive familiar, por el temor a enfrentarse a la muerte, a dejar los suyos, a sus actividades y otros intereses a los cuales se ha aferrado.
¿Yo tengo cáncer? Las respuestas personales pueden ser disímiles, en las cuales influyen la vida que ha tenido, su religión, su familia, su ambiente laboral, sus amistades, su entorno social y sus expectativas a corto y largo plazo.
¿Yo tengo cáncer? Hay muchas explicaciones para decir en términos generales que no es un castigo, respetando otros conceptos. El ser humano, como todos los seres vivientes, está sometido a leyes biológicas y de ellas no puede escaparse.
¿Yo tengo cáncer? Es importante recordar que todo diagnóstico presuntivo necesita una confirmación y el sistema de salud debe procurarle todos los recursos hasta llegar, es imprescindible, a confirmar o descartar el diagnóstico en un lapso de tiempo corto. 
En cáncer las horas son importantes, inclusive para una buena salud mental en los pacientes sometidos a la encrucijada del diagnóstico, la terapia, la rehabilitación y la evaluación periódica con el fin de detectar a tiempo reactivaciones del tumor o metástasis. 
¿Yo tengo cáncer? En caso de ser cierto debe adoptar conductas positivas. Acaba de describirse un estudio multicéntrico en donde la condición mental y espiritual del paciente influyen de manera decisiva en los resultados óptimos de la terapia.
¿Yo tengo cáncer? Cuando surge la pregunta adquieren valor inconmensurable el control de los factores de riesgo y el diagnóstico precoz. Estas dos actividades podrán reducir el riesgo de cáncer, lo cual es una obligación compartida de todos los seres humanos. Situación diferente es: ¿Por qué tengo cáncer?