Jorge Raad


La confesión de un maestro
El sábado pasado el maestro Fernando Sánchez Torres, eminente médico, expresidente de la Academia Nacional de Medicina y exrector de la Universidad Nacional de Colombia, versado en temas éticos, declaró en un artículo publicado en El Tiempo el motivo por el cual no es creyente. Un documento que merece ser leído y sometido a análisis con el debido respeto que merece su confesión libre.
El artículo no es exclusivo para quienes trajinan en ciencias de la salud. Enfáticamente expresa que él necesita ver para creer. Esa es su libertad que debe ser entendida, sin que su verdad influya en la valoración de las obras que ha hecho.
En Caldas muchos médicos han esgrimido su propia concepción de la religión y se han apartado de ella. Han sido excelentes médicos. Afortunadamente, ahora son mejor comprendidos en contraposición con lo que sucedía antaño, cuando públicamente eran vilipendiados.
Tres insignes profesores
El psiquiatra Jaime Jaramillo Arango, el cardiólogo Enrique Giraldo Botero y el neurocirujano Ramiro Sierra Pérez, son tres profesores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Caldas. Como médicos nunca dejaron de llevar la impronta de su profesión a los enfermos y de servicio a la educación como lo mandó Hipócrates. Cada uno actuó con su especial manera de ser, pero todos dentro de un contexto de respetabilidad humana que los hizo acreedores a la estimación de todos.
Sus pacientes tuvieron en ellos, y según las necesidades de cada enfermo, los cuidados requeridos desde diferentes ángulos, porque ni los médicos ni los pacientes tienen moldes rígidos. Salud y enfermedad son procesos dinámicos que el médico debe entender para intervenir en cada ser, con el fin de llevar en primer lugar alivio físico, psíquico y si se quiere espiritual, entendiendo que estas tres esferas se entrelazan.
Vacuna contra el dengue
La inmensa mayoría de los seres humanos entienden ahora la importancia de las vacunas como medio para evitar algunas de las enfermedades infecciosas. La aceptación de éste método de salud pública ha variado radicalmente y a pesar de los varios informes en contra de diferentes biológicos cuando ellos son aplicados, se constituye siempre en una esperanza para estar libre de la enfermedad severa y en otros casos para conservar la vida, como es el caso de la rabia.
En la versión adelantada de febrero, la revista médica norteamericana The Lancet editorializa sobre la dificultad con la vacuna contra el dengue. Una enfermedad producida por un virus con cuatro serotipos diferentes. Desde hace décadas se conoce que no producen inmunidad cruzada, de tal manera que quien la padece por uno de ellos queda inmune contra ese, pero no contra los otros tres.
Igualmente, es sabido que la gravedad de la enfermedad puede darse cuando sobreviene una infección por dengue en un paciente que previamente ha tenido la enfermedad por un serotipo distinto. Los datos de la benevolencia absoluta o de los riesgos comprobados de la vacuna no han sido emitidos en forma definitiva, por lo pronto Filipinas suspendió la inmunización masiva. La probabilidad de obtener resultados positivos masivos es más elevada que aplicada individualmente en personas. Por ahora, lo mejor es esperar más resultados analíticos de las dos clases de vacuna que han sido licenciadas y han sido aplicadas. Mientras tanto, la mejor prevención radica en el control integral del vector Aedes aegypti.
Para refrendar: No todo lo nuevo en salud es inocuo.
Efectos devastadores
La tecnología es un logro de los seres humanos. La aceptación de ella cambia radicalmente el comportamiento de las personas cuando las nuevas condiciones invaden la vida cotidiana. Muchas de las tecnologías son irreversibles, como lo que sucede en los instrumentos de oficina, médicos, de transporte y de hogar, para no citar sino unos cuantos. Los equipos para las telecomunicaciones se ofrecen al alcance de cualquier colombiano, sin límite alguno, simples recicladores de calle o personas en la miseria que no alcanzan a tener un alimento diario decente, poseen uno. Pero el absurdo radica en la utilización inadecuada, desesperante y, atentatoria de la dignidad del ser humano, inclusive por las más instruidas personas.
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