Jorge Raad


Los profesores de cualquier asignatura, escolarizadas o no, tienen un inmenso compromiso con la sociedad y en especial con los núcleos humanos a los cuales se deben. Cualquier ser humano que por vocación se dedica con honestidad a la actividad de la educación merece el respeto de los demás.
Pero el profesor debe avanzar más allá del solo compromiso de instruir. Tiene que formar a sus estudiantes. No necesita de mayores condiciones externas para lograr la tarea. Lo tiene todo en sí mismo: en su calidad y dignidad de vida, en sus estudios, en sus prácticas y en sus experiencias cada vez más fortalecidas con el transcurrir cotidiano de su profesión y el análisis permanente de su quehacer que debe comprender la amalgama de estudiantes, familias, colegas, sociedad, actualización, normas y por supuesto la vida del país en todos sus ámbitos.
La Inteligencia Artificial, IA, término aparecido en 1956. Hoy es una aplicación derivada de las ciencias de la computación, que actualmente invade la vida de los humanos, mediante la utilización de máquinas avanzadas que imitan funciones cognoscitivas. No poseen por ahora toda la capacidad cerebral ilimitada de los seres humanos. ¿Hasta cuándo?
Dos profesores: Nafis Alam y Graham Kendall, de centenarias y prestigiosas universidades inglesas Reading y Notthingam, han producido, 18 de abril del 2018, un interesante documento sobre la Inteligencia Artificial, AI, un tema relativamente moderno que poco a poco ha ido impregnando todas las actividades en la que está inmerso el ser humano.
Ellos han enunciado cinco aspectos en los cuales las universidades y sus docentes deben iniciar sus trabajos para hacerle llegar y facilitarle al estudiante un mayor provecho en sus labores de aprendizaje. Varios de ellos, ya tienen su enlace en colegios y en algunas universidades, pero no se han extendido totalmente a las instituciones de educación superior colombianas.
La primera: Aprendizaje personalizado, desmonta, como sucede desde hace varias décadas en los colegios, la rigidez de la labor en las aulas, transformándolas en trabajos personalizados. Es importante recordar que desde la segunda mitad del siglo anterior se conoce que cualquiera con un adecuado coeficiente intelectual puede conocer de todo en el tiempo. Ello modifica la terrible fórmula de elevada cantidad, alta calidad y corto tiempo para todos.
La utilización de una guía universal sería contraproducente porque cada quien aprende de diferente manera e igualmente cada docente no es una máquina de repetición día a día o año a año.
Por lo mismo cada profesor y estudiante tienen ritmos diferentes a los cuales deben buscarles una vía de integración.
La segunda: Actividad más allá del aula, es la indicación para expresar que todos pueden estudiar donde quieran, con quien quieran, a la hora que quieran y el tiempo que deseen. Es un estupendo método pero hay que saber adaptarlo y aplicarlo selectivamente porque por más universales que sean las metas necesita de un docente tutor quien tiene que dedicarle espacio y tiempo a cada estudiante. Son complementos: lo mejor en comunicación electrónica, lo que es muy fácil hoy, muchas aulas diseñadas y equipadas con la mejor y más actualizada tecnología.
La tercera: Bienvenido al campus inteligente, todo debe ser acondicionado a los procesos modernos para los estudiantes y profesores. Asistencia, exámenes y calificaciones en línea. Acabar con el viejo y aún ridículo concepto universitario de mi aula o mi laboratorio o mi equipo, en la universidad todo puede ser de todos, salvo lo relacionado con investigación o proyección, bajo una perfecta organización logística.
La cuarta modificada: Un excelente servicio, al estudiante, profesor y sociedad, con ello se denota el alcance de la universidad, el cual en la actualidad es ilimitado. La calidad de una universidad está distante de una mesa o pupitre de trabajo.
La quinta: El seguimiento, con ello se pretende introducir toda la administración interna y relaciones externas de la universidad, en un sistema en el cual no hay limitantes en la conducción y toma de decisiones universitarias.
Pero para todo lo enunciado se necesitan personas de visión, dinero institucional y compromiso universitario, salvo algunos pocos modelos, lo demás hay que construirlo. ¿Cuándo serán estos logros?
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