Jorge Raad


Un tema importante es el relacionado con el comportamiento de las personas y se refiere al maltrato entre ellas, lo que se ha extendido también a la manera de tratar a los otros animales.
El buen trato entre las personas fue recomendado desde la antigüedad por los sabios y refrendado por Jesús de Nazaret al expresar que se deben tratar a los demás como quisiera que lo traten. Es una enseñanza directa que apela al mismo ser humano que no teniendo enfermedad psiquiátrica alguna debe tener un mínimo de consideración consigo mismo y los demás.
El trato abarca muchos aspectos, desde el respeto por la vida del otro hasta el manejo de las relaciones interpersonales, tanto presenciales como a la distancia. Pausadamente las conductas del ser humano van siendo estudiadas y sobrevienen las recomendaciones, algunas de ellas transferidas a leyes para que adquieran la fuerza de la obligatoriedad en el cumplimiento y en el derecho al buen trato.
Desde antes de nacer se adquieren derechos. La relación entre padres e hijos es un aspecto que ha trascendido en Colombia y ello se ha intensificado en los últimos 50 años, pero cada día aparecen nuevos aspectos que comprometen el vivir de las personas.
El castigo drástico a los hijos ha sido ancestral, causado en parte por la falta de educación que conduce a la intolerancia; los disimulados trastornos psicológicos y por el ejemplo recibido y sufrido. Afortunadamente las agresiones de padres a hijos se van extinguiendo.
Sin embargo persisten, lamentablemente, las de los hijos hacía los padres comenzando por una opresión hacía los progenitores, uno o ambos.
Los expertos en convivencia enseñan reglas para evitar lesiones físicas y mentales en los hijos que pueden llegar hasta producir la muerte. También señalan cómo emanciparse de los hijos sin dejar de amarlos y otorgarles los derechos.
El periódico El Tiempo informaba el sábado anterior que la Corte Suprema de Justicia había catalogado de maltrato a los hijos cuando uno de los padres se expresaba mal del otro.
Nada más cierto, porque el hijo agredido, y más si es menor, recibe una carga psicológica por la disyuntiva en que se le ubica frente al otro padre. Pero en la vida común la agresión puede darse por doble comportamiento indebido cuando ambos se refieren entre sí con malos términos.
Hablar mal de otra persona sin tener en cuenta: El destinatario final del concepto, las razones para hacerlo y frente a quien se hace, es una conducta más frecuente de lo que se cree, y más detestable si es mentira.
Los ciudadanos creen que entre los médicos se cubren los errores y que existe una solidaridad indebida de gremio. Ello pudo ser cierto en otras épocas, pero la costumbre general ha sido el respeto por el colega.
Antes eran detectados unos médicos, no más de cinco en Manizales y diez en el resto de Caldas, que hablaban mal del otro médico frente al enfermo cuando el colega lo había aconsejado, diagnosticado o tratado. Así sucedía con más intensidad en las ciudades grandes.
Los médicos tienen pleno derecho a controvertir las acciones de sus colegas, tanto en lo científico como en lo asistencial, pero lo deben hacer por los conductos apropiados y en términos conducentes, evitando someter a sus pacientes a un cruce indebido de conceptos muchas veces de difícil comprensión y decisión para el enfermo o su familia. En aspectos éticos, existen los Tribunales de Ética Médica y para las discrepancias en lo administrativo o personal tienen muchas vías inclusive la judicial.
Nota 1. Manizales, universitaria por siempre.
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