Jorge Raad


El comportamiento de todos los pueblos del planeta determina las civilizaciones, las cuales han sido procesos paulatinos. Sin embargo existen diferentes formas y grados en distintos lugares de la tierra. Cada sociedad tiene su especial desarrollo con la característica que unas permanecerán fieles a sus tradiciones ancestrales, muy pocas, y otras entrarán en un cambio hacia lo moderno, llamado desarrollo sea lento o rápido, que las llevarán a aproximarse a aquellas de las cuales se ha distinguido.
En cada época de la historia del ser humano, las sociedades han adoptado autónoma o forzadamente sus propias maneras de existir, de entender el nacimiento, de comprender la muerte y su utilidad y de buscar que se logre el destino posterior después de fenecer para lo que se preparan desde infantes.
Las etapas por las que han atravesado los distintos homos hasta llegar al Homo sapiens sapiens, han ido superando la una a la otra, haciéndolas acordes al desarrollo mental y físico incontenible, que las diferencia de épocas pretéritas.
El pensamiento actual es diferente al de hace 50 años, lo cual indica que la transformación mental es rapidísima y será más acelerada en todos los años que le reste a la especie. No es fácil calcular lo que pasará con la mente y el comportamiento dentro de un siglo. No hay manera de definir el futuro con un grado elevado de certeza, mediante fórmulas matemáticas o biológicas.
Sólo es posible presumirlo mediante cerebros prodigiosos como el alemán Albert Einstein, 1879-1955, o del mundano y maravilloso francés Jules Gabriel Verne, 1828-1905. Sin mencionar todos aquellos que se han imaginado o promovido un mundo diferente desde tiempos inmemoriales, indivisiblemente ligados al ser humano.
Los comportamientos humanos han variado tanto que identificar ciertos hechos ancestrales producen toda una serie de razonamientos que consideran que lo ocurrido no debió suceder, si se identifica mediante la actual perspectiva de la vida invaluable del ser humano. No hay nada en el planeta que pueda justificar la pérdida de la existencia del Homo sapiens. Por ahora, la vida se extinguirá, aunque aparezcan con certeza las claves de la longevidad, siguiendo las leyes naturales las cuales son destrozadas inconteniblemente por la violencia humana o por las acciones demoledoras de la misma naturaleza como por ejemplo los terremotos o ciclones.
Acaba de aparecer un relato de Lizzie Wade en Science, sobre los hallazgos de cráneos en la antigua Tenochtitlan, Ciudad de México, dispuestos en empalizadas. El dato inicial de los conquistadores indicaba que correspondían a 130.000 personas sacrificadas por un ritual, otras informaciones posteriores relatan que sólo fueron la mitad. Se les preparaba y extraía el corazón cuando aún tenía contracciones, luego eran decapitados. Sus cabezas eran preparadas cuidadosamente, disecadas con afiladas cuchillas de obsidiana para posteriormente cruzar la cavidad craneana de temporal a temporal con un madero y seguidamente anclados en largos maderos parados.
Para los Mexica, siglos XIV a XVI, ésta era una costumbre para la cual vivían y luego se sometían, un honor, porque creían que contribuían a la espiritualidad de los suyos. Los cráneos sin dientes y mandíbulas eran considerados las simientes de la existencia humana.
A las formaciones óseas se le daba el nombre de tzompantli que proviene del náhuatl, lenguaje de México del cual hay diferentes variables, que significa Hilera de Cráneos, aunque existen otras acepciones.
Ello que parece un horror es de menor proporción que los muertos de las guerras o la consecuencia de 70 años de violencia en Colombia. ¿Qué van a pensar las nuevas generaciones de lo sucedido en el país?
No se puede volver la espalda a la realidad, los actos violentos continúan y las agresiones citadinas junto a la devastación de lo que actualmente implica la agresión sexual, merecen rechazo general que debe comenzar con una educación diferente, de verdad y no solamente como propaganda gubernamental, en donde todos, absolutamente todos, trabajen en una misma dirección. Parece fácil pero no lo es, tampoco es imposible, se puede lograr cuando la visión de la educación no sea un simple enunciado electorero.
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