Una selección corta de artículos de la revista Science aparecidos en la última semana es propicia para evidenciar los temas tratados en cada edición. La traducción libre de sus títulos identifica el objeto de las investigaciones.  
Inicio de la fusión en el reactor con pequeños pero con poderosos magnetos superconductores. Los genes más allá de la separación de sexos en los pájaros del planeta. Gusanos sin ojos detectan el color. Mecanismos moleculares paralelos para adaptación enzimática de la temperatura.
En medio de ellos, ciencia pura, una reseña presentada por Cathleen O´Grady  aparentemente se aparta de las materias características de la publicación: ¿Cuándo debe usted terminar una conversación? Probablemente más pronto de lo que usted piensa. Realmente el documento está arropado por el concepto de las ciencias del comportamiento.
El interesante artículo plantea un tema que a todos atañe y que en algún momento de la vida ha dado lugar a varias incógnitas, todas suscitadas durante la vida cotidiana de las personas.
Hay conversaciones de conversaciones. La lista de los temas es tan grande como los intereses de las personas que van desde lo científico, técnico y tecnológico hasta lo trivial.
El autor de la investigación Adam Mastroianni, de la Universidad de Oxford, experimentó con 252 personas ajenas al entorno y los dividió en 126 parejas que fueron inducidas a conversar sin límites de temas pero durante un tiempo máximo de 45 minutos. Si terminaban antes se les proponía otras tareas.
La mayoría de las conversaciones fueron triviales pero también muchas, sin cuantificar en la reseña, fueron aburridas. Sólo en el 2% de los participantes la conversación terminó por decisión de ambos. El 69% expresaron que querían terminar la conversación antes de tiempo. El promedio indicó que los conversadores deseaban que sus diálogos fueran 50% más extensos o más cortos.
La querencia por terminar y la decisión de hacerlo estuvieron influenciadas por el temor a ser grosero con la pareja. Cuando confrontaron a los dialogantes sobre sus intereses identificaron que ambos estaban distanciados.
Según Dale Barr, de la Universidad de Glasgow,  citado en el documento, el hallazgo de la carencia de identidad entre lo que las personas querían y lo que sus parejas de conversación pensaban que querían fue un hallazgo importante.  Según Barr, las personas son menos hábiles de lo que podría esperarse en averiguar lo que otros piensan.  
Los investigadores con Mastroianni a la cabeza, quisieron comprobar los resultados con un grupo de 806 personas. El 67% de las personas desearon terminar la conversación antes de tiempo, lo que confirmó los datos obtenidos previamente. Pero lo que sorprende es que las pláticas fueron entre amigos y familiares.
Mastroianni ha refrendado que la mayoría de las conversaciones no terminan cuando la gente lo desea. Recomiendan los investigadores relajarse y disfrutar de la charla.
Lo anterior es un vívido ejemplo de los que sucede en el país, agravado por la crisis sanitaria, que teóricamente ha vuelto más introvertidas a las personas  cuando la soledad externa involucra a su interior. Pero en muchas oportunidades los diálogos son de sordos.
Por más extraño que sea el otro conversador, siempre habrá tema para  establecer una comunicación, aún con los más fútiles aspectos. Sin embargo, la realidad indica que no siempre se puede hablar, pero no hacerlo no puede compararse con el silencio ominoso.
Nota 1. Una realidad olvidada: La tuberculosis ha matado más de un billón de personas en los pasados 2000 años y mata 1.5 millones de personas por año.
Nota 2. Es hora de ir haciendo el balance de las acciones y omisiones durante  la crisis por el Virus Corona.
Nota 3. Manizales, Ciudad Universitaria.