Jorge Raad


Ningún ser humano tiene la universalidad de saberlo todo. Es cierto que hay personas que por instrucción personal durante largos años, por la academia, o por su propia experiencia pragmática llegan a un estado del conocimiento o de la práctica que es difícil de superar por otros. Sin embargo, cada día aparecen nuevos ejemplos de sapiencia elevada, pero siguen siendo la excepción.
A lo anterior se agrega que las personas que se interesan en aspectos especiales de los aconteceres del diario devenir de la historia o del futuro, de los casi 7.700 millones de seres humanos que habitan el planeta, no alcanzan a entenderlo todo. Se agrega la tecnología que viene a ayudarles con la información, no en el análisis que es lo más importante en la vida intelectual de los seres humanos. Todo está a solo una tecla y una acción de distancia o como se llama técnicamente en terminología de computadoras y programas: un click. Entramos en la subyugación de lo semiautomático.
Todo por un click y todo dentro de un click. A ello se están acostumbrando desde niños del jardín hasta los viejos, constituyéndose en una conducta repetitiva, donde todo se va desarrollando alrededor de un click.
En España, el Congreso de los Diputados ha decidido crear una oficina de apoyo científico, como existen en otros 22 países, la mayoría europeos o asociados como México y Chile, para apoyar a los políticos en sus decisiones. Los antecedentes se remontan a las décadas de los años 80 y 90 del siglo anterior y estas unidades se han ido fortaleciendo hasta que el Parlamento Europeo, cuenta hoy con un importante núcleo de 8 científicos asistidos por personal de administración que ayudan a recolectar información altamente especializada en un tema y consolidan un informe que le sirve a quienes ostentan el poder de legislar y a contar con una base científica que apoyará sus decisiones encauzadas a aprobar asuntos sometidos a su potestad.
No tienen la misión de intervenir en la adjudicación de presupuestos con destino a la investigación científica, esa tarea asesora la hacen otros organismos externos a los legisladores. Estas oficinas no asesoran a los gobiernos, éstos en cada uno de todos los continentes tienen su organismo especial en las temáticas propias de las necesidades de la sociedad que deben ser reguladas por los presidentes o ministros de turno.
El modelo se repite en reparticiones estatales de menor rango al nacional y de acuerdo al tema adquieren mayor o menor preponderancia frente a las normas que se desean implantar. Los políticos por más deseos que tengan de acertar necesitan de apoyos que provengan de entidades respetables. ¡Ah, y para no salirse de la realidad que no haya sesgos de corrupción!
Los gobernantes mandan y los legisladores legislan, de Perogrullo, en ello no puede haber la menor duda. Así como los jueces en sus diferentes rangos administran justicia, las Cortes además solicitan peritajes. Pero a similitud de lo expresado por la noticia ellos igualmente tienen sentimientos y creencias, de lo cual es muy difícil extraerse a pesar de su requerida ecuanimidad.
En Colombia no hay en el congreso, asambleas o concejos, oficinas o grupos de este tenor, o por lo menos no se conocen públicamente, o si los hay están reducidos a una especial repartición. De pronto un gobernante o un legislador tienen un amigo o grupo de ellos, que le asesoran en temas de ciencia y tecnología.
La Academia Nacional de Medicina actúa, por ley, como órgano asesor del Gobierno, y ello conduce a que se informa, analiza y comunica a quienes deciden. Ni los unos mandan o legislan ni los otros son sapientes sin límites.
Se hace necesario que en cada departamento, municipio, asamblea o concejo, existan instituciones caracterizadas por su probidad que cumplan funciones de asesoras en ciencia y tecnología, comenzando por las académicas. No se requieren comités ni oficinas temporales
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