Jorge Raad


De la aparente absoluta independencia se pasa a la total real dependencia. Este camino lo transita el ser humano aunque hay que reconocer que el último estado lo obtiene con el transcurso de los años. Esto es, con la madurez, de lo dependiente se pasa a una verdadera o aparente independencia.
Por ello, la valoración de ejemplos para la vida está sometida a muchas y diferentes consideraciones. La creencia religiosa de cada persona sólo le atañe a quien la profesa sin importar en cual parte del planeta esté ubicada. Para los fieles la perfección de su dios es incontrovertible y el respeto para la expresión de su religiosidad es indiscutible. También, debe ser consentida la condición agnóstica, la cual únicamente involucra a quien la declara, cada vez más, o la lleva in pectore.
Los ejemplos humanos o de sus obras admiten la imperfección, con diferentes grados de ella, que implícitamente conlleva una persona. Así el resultado puede oscilar entre ejemplos buenos y malos. Para el resto de la humanidad, no hay seres humanos absolutamente buenos o malos, a través de la vida de ellos. Las consideraciones de santidad entran en otra esfera. El trasegar de una persona a través de los años es observado con diferentes perspectivas no siempre adecuadas y justas.
Es tan humano el que califica como el calificado. Pero en evaluaciones específicas las diferencias existen como por ejemplo en ciencia, en donde la valoración son los resultados y como se utilizan, aunque en disciplinas como la medicina clínica o quirúrgica lo importante son los medios, con las salvedades existentes.
Una persona puede ser considerada un buen ejemplo por y para muchos pero para otra u otras, el modelo no aplica. Este enunciado simple ha trascendido los milenios y ha recibido millones de palabras para justificarlo. Sin embargo, la vida cotidiana muestra que ello hace parte de la existencia del ser humano y sus relaciones con los demás.
Todos en algún momento de su existencia, inclusive antes de lo que algunos llaman uso de razón, han tenido modelos. Ellos casi siempre varían con la mayor y mejor formación; con la experiencia debidamente analizada, como debe ser, por cada quien; con las necesidades; con las oportunidades; con los intereses, que varían con la edad; con el entorno y por supuesto, con el barro que rodea a todos.
Del otro lado, están las obras de las personas ya sea que tengan alguna forma física u otras intangibles. Todas pueden ser modelos para continuar o simplemente ser la base para modificarlos con el objeto de prestar mejores servicios a las personas, quienes son en última instancia los receptores, aunque algunos crean que ello no es así.
Los 7.800 millones de habitantes del planeta, se debate entre los trascendental y lo trivial. Ni lo uno ni lo otro dan la cualificación de modelo bueno o malo. Lo frívolo, puede en un momento dado ser pertinente y servir de esparcimiento, en medio de la severidad de la vida.
Unas de las distracciones son los conocidos, diferentes y múltiples medios para producir hilaridad. Desde métodos ramplones hasta refinadas maneras de hacer, ver, oír e interpretar lo que se pone en escena.
El humor es una manera especial y necesaria de ser y estar frente a lo demás. Con la muerte de Marcos Munstock, Les Luthiers, se pierde un artista de calidades elevadas por lo que fue, hizo y proyectó. Su vida como actor lo ubica en la remembranza de los mejores humoristas. ¡Muy lejos de los chistes chabacanos!
Nota: Manizales, Ciudad Universitaria, es una obra que trasciende
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