Jorge Raad


Todos los seres humanos con plenas funciones del intelecto piensan. Es una sentencia cierta e inmodificable. La esencia de la diferencia radica en lo que meditan: ¿Cómo cuando, por qué y dónde lo hacen? Con estas diferencias no todas las personas piensan igual en todo, inclusive siendo gemelos o hermanos. El desarrollo cerebral, su cualificación y las circunstancias, permanentes u ocasionales, establecen las disparidades.
Ahora, el complemento a lo pensado es la expresión porque si bien todos tienen esta capacidad no todos tienen la manera de hacerlo aunque tengan el derecho. Entonces se establece una diferencia: El silencio o revelar total o parcialmente sus pensamientos. De nuevo: ¿Por qué, cómo, dónde y cuándo?
De la asociación entre pensar y expresar surge la realidad de personas que manifiestan lo que piensan sin que la mentira o el engaño surjan, salvo que no siempre se proclama todo sin que ello sea una trampa, aunque se declare en oportunidades que las verdades a medias son artimañas. Esta sentencia debe ser analizada cuidadosamente sin llegar a confundir la realidad de las mentiras bondadosas.
Los sentimientos no se piensan, se expresan. Pero la verdad o la mentira pueden surgir del manejo racional de emociones o pasiones. Algunos con determinados intereses pueden trastocar felicidad con dolor para crear en los demás ideas y esperanzas erradas.
El anterior preámbulo debe servir para iniciar la meditación sobre los candidatos a la Presidencia y el Congreso de Colombia, cuando se impone la máxima racionalidad entre lo que se expresa por otros y esté comprobado, lo cual debe proteger la decisión autónoma de cada persona en las urnas.
Para las decisiones del futuro del país, no sirven en los análisis actuales los pretéritos: Quizá, podría ser, posiblemente o cualquier sentencia que implique duda porque no es apropiado. En Colombia, cada persona debe construir su verdad con una combinación real de hechos externos y sus propios intereses.
Ya se han expresado varios interesados en ser Presidente o Congresista. Inmediatamente irán apareciendo muchos en forma individual o apelando a alianzas. La fecha electoral del año entrante da oportunidad a iniciar los cotejos y no dejar la decisión para el momento de votar. Determinación de último momento cuando entra al recinto, está en la fila o con el tarjetón en la mano, es sinónimo de azar.
Lo conviene al país de una u otra forma beneficia a los colombianos pero no a la inversa: lo que le convenga a cada persona no siempre coincide con lo que le conviene a la Nación, en una época que se necesita de la máxima solidaridad en lo esencial.
Se comienzan a oír los primeros toques de las campanas de los candidatos indicando todas las acciones buenas que han hecho y todos los logros que esperan conseguir con su gestión. Pero los colombianos tienen la obligación de hacer una evaluación seria de quienes aspiran a la Presidencia o el Congreso, aceptando que en la subjetividad a veces invencible todo puede suceder.
Las crisis por las que atraviesa Colombia deben servir para revisar el rumbo de la sociedad. Es una oportunidad propicia para lograr un país con más equidad, preservando los derechos esenciales que tiene cada persona. La lista de necesidades es larga pero el concepto de prioridad es irrebatible.
Porque pude repetirse por enésima vez lo expresado el domingo por Antonio Caballero, recordando a Francia cuando se dice que todo termina en canciones y, aquí,:¡Todo termina en elecciones! ¡Ojalá así fuera!
Nota 1. Manizales, Ciudad Universitaria es una realidad innegable que se debe consolidar. Fin de la tarea.
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