Las pasadas elecciones no tienen antecedentes en la historia de Colombia. Porque, por primera vez, no será Presidente alguien de los partidos liberal y conservador ni de las fuerzas que se dividieron de ellos para mejorar su capacidad de engaño. Así lo demuestra que Federico Gutiérrez no pasara a la segunda vuelta y que las candidaturas de Gustavo Petro y Rodolfo Gutiérrez no tengan esos orígenes. Si a ellos se les suman los votos de Sergio Fajardo, resulta que los mismos con las mismas –que nos han impuesto un país en vía de subdesarrollo– apenas obtuvieron el 24 por ciento de los sufragios. Un acierto de los colombianos.
Sobre la segunda vuelta presidencial, en DIGNIDAD, por unanimidad y luego de un análisis cordial, aprobamos el voto a conciencia, que significa que cada dirigente y militante puede tomar la decisión que crea correcta y votar por uno u otro candidato o hacerlo en blanco.
En lo que a mí respecta, por las siguientes consideraciones, votaré en blanco:
Como se sabe, con Sergio Fajardo, Juan Fernando Cristo y Carlos Amaya intentamos llegar a un acuerdo con Rodolfo Hernández para respaldarle su candidatura. Pero no fue posible porque nos separaron diferencias programáticas fundamentales.
Mi profundo desacuerdo con Gustavo Petro viene del 2010 cuando, luego de ser candidato presidencial del Polo, desconoció la decisión unánime de la dirección nacional del partido de declararnos en oposición al gobierno de Juan Manuel Santos, quien venía de ser ministro de Defensa de Álvaro Uribe y había sido elegido por este y por las demás fuerzas retardatarias del país. Petro además nos exigió que lo eligiéramos presidente del Polo para formalizar la traición que pactó con Santos. Y cuando en votación en agosto se quedó en notable minoría, rompió con el partido y se dedicó a destruirlo, propalando la mentira –que con descaro todavía repite– de que se salió del Polo por el caso de los Moreno, cuando con ellos coincidió bastante y recibió su respaldo en esa candidatura a la Presidencia (https://wp.me/p99Bcq-2Kw ).
De otra parte, en las elecciones de 2018 Petro utilizó los aguacates para justificar los TLC y luego como senador votó sí al ingreso de Colombia a la OCDE, poderoso instrumento del “libre” comercio que recoloniza a Colombia. Además dijo: “Yo me comprometí con el FMI a reducir el déficit” y que su programa económico era “de la misma estirpe” del de Biden, conocido por su neoliberalismo en política interna e internacional. Y completó este resumen de errores garrafales –contrarios a las ideas propias de la izquierda democrática– aceptando que a los colombianos se nos convierta en peones de guerra de la OTAN. (https://wp.me/p99Bcq-3Mw )
Rechazar además la gran irresponsabilidad de Petro sobre la transición energética que se requiere y sobre el tren Buenaventura-Barranquilla, que si no tiene más políticos indeseables en su campaña es porque no ha podido y que, por su matonería, sus redes sean la negación del debate democrático.
Que cada colombiano y colombiana vote como le dicte su conciencia, que en lo que resta de la campaña se adelante un debate serio y sin excesos entre las distintas opiniones y que en especial los candidatos reconozcan el veredicto de las urnas.
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