A raíz de mi último artículo, la bodeguita verde, que viene funcionando desde la campaña del actual alcalde de Manizales, salió en su defensa en redes sociales insultando, injuriando y disculpándolo con posiciones tan absurdas, que ameritan unas precisiones para evitar que los desafueros de Carlos Mario queden en la impunidad y en el silencio.  Y, además, para que los órganos de control y de justicia acojan mi solicitud de investigar al respecto.
El contrato interadministrativo firmado con Telecafé por valor $470.000.000 para ensalzar la imagen personal del alcalde, se suscribió el 31 de marzo de 2020 en medio de las condiciones especiales de la pandemia. A su vez, Telecafé suscribió con AM Copiano el contrato de prestación de servicios 027 de abril 3 de 2020, por valor de $427.300.000 para desarrollar los objetos del contrato principal. Con esta triangulación queda en evidencia la tercerización de contratos que, por la sola intermediación, le cuesta al municipio $42.700.000 en favor de Telecafé, y de paso beneficia directamente a la agencia de publicidad que le manejó la campaña política al propio alcalde. Obvian entonces la figura de la contratación directa a través de un contrato interadministrativo, figura muy del uso de la secretaria de gobierno, Patricia del Pilar Ruiz quien, en el departamento de Caldas, contrató millonarias sumas utilizando esta modalidad. 
Pero hay más: el 31 de marzo de 2020, cuando ya el país sabía que el aislamiento social se prolongaría como mínimo por seis meses adicionales, la Alcaldía suscribió el convenio de asociación Nro. 2003310173 con Fenalco-Seccional Caldas (por ocho meses) por valor de $143.000.000, de los cuales el municipio aporta $ 100.000.000. El objeto del convenio es “AUNAR ESFUERZOS PARA EL FORTALECIMIENTO DE UNA MARCA UN MANIZALEÑO A TRAVES DE LA COMERCIALIZACIÓN Y CONSUMO DE CAFÉS ESPECIALES DE MANIZALES (sic)”. Para el desarrollo del contrato se especifica que se hará en tiendas especializadas de café, hoteles, sector gastronómico, cafeterías, restaurantes, etc. Y me pregunto: ¿cómo ejecutarán el contrato cuando desde su firma se sabe que estaremos sometidos durante seis meses, como mínimo, a un aislamiento social que no permite aglomeraciones ni contacto personal público? ¿Tiene alguna justificación gastar $100.000.000 en un convenio de estos, cuando estamos llenos de necesidades? 
Y continuamos: el 3 de abril de 2020 la Alcaldía suscribió con la Corporación para el Desarrollo de Caldas, un contrato por valor de $ 128.566.000 (para 252 días) con el objeto de “AUNAR ESFUERZOS CON EL FIN DE DESARROLLAR ESTRATEGIAS PARA EL POSICIONAMIENTO DEL CLUSTER TURÍSTICO DE MANIZALES”. Dentro de las cláusulas del desarrollo del contrato, existen unas cuyo cumplimiento es imposible por la situación que vivimos, y que lo convierten en una relación sin causa. ¿Se justifica gastar $100.000.000 en un contrato inane?
Adicionalmente, el 13 de marzo de 2020 se suscriben 18 contratos individuales con licenciados en educación física, para los 7 corregimientos y las 12 comunas de Manizales, por valor de $18.050.000 cada uno (por 285 días), más dos adicionales con supervisores de los anteriores contratos, por valor de $21.850.000 cada uno, para un total de $368.600.000. De acuerdo con las cláusulas, dichos contratos requieren para su ejecución de actividades masivas, presenciales, de contacto personal y de aglomeraciones humanas, convirtiéndolos en imposibles de ejecutar. ¿Podrá Manizales darse el lujo de derrochar sus dineros en contratos sin sentido?... Y podríamos ahondar en muchos otros, pero, sinceramente, dan ganas de llorar. 
Por la forma como se está contratando, parece que estamos en un municipio boyante y millonario que aguanta cualquier derroche. Lo que contrasta con la decisión de la Alcaldía de no pagarles el auxilio de transporte a los trabajadores en casa que devenguen hasta 2 SMLMV, a partir de la quincena del 30 de abril de 2020. ¡Esto sí es transparencia, ahorro, austeridad y justicia, Carlos Mario! ¡Que sufran los más débiles, mientras favorecemos a los amigos! ¡Qué desastre! ¡Pobre, mi Manizales!
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