Jorge Alejandro García


En 1945 George Orwell, escritor inglés, publicó Rebelión en la Granja. Allí utiliza la historia de la liberación de unos animales de la tiranía de su amo como una crítica al socialismo totalitario de la época. Sin embargo, la reflexión atemporal del libro es sobre el abuso del poder para preservar la estabilidad y los intereses de grupos privilegiados. ¿Suena familiar?
El señor Jones tenía todo tipo de animales en Manor farm, vacas, gallinas, ovejas, burros, caballos, perros y cerdos, los cuales utilizaba para producir alimentos que comercializaba en el pueblo. Los animales sentían que su amo los explotaba y animados por algunos de ellos se rebelaron y lo expulsaron de la granja. Acordaron siete principios para autogobernarse, con énfasis en que “Todos los animales son iguales”. Desde el inicio, cada tipo de animal aportaba su trabajo y cualidades para producir los alimentos, la convivencia era pacífica y los resultados mejores que antes. Pero poco a poco un grupo de animales tomó el control y comenzó a mandar sobre lo que debía hacerse, por ejemplo, construir un molino con largas jornadas de trabajo o cumplir cuotas exageradas de producción de alimentos. Al final, este grupo termina gobernando peor que el señor Jones y abusa de su poder para darse privilegios (más comida, mejores condiciones de vivienda, el derecho a no tener que trabajar y la veneración obligatoria de otros animales). Para justificarse, manipularon la información, suprimieron la crítica, impusieron políticas inequitativas hacia otros animales y se autoproclamaron gobernantes, con Napoleón como su líder.
Como en la granja de los animales, preocupa ver que en Colombia algunos hechos privilegien a ciertos grupos de ciudadanos y excluyan a otros. Por ejemplo, la reciente protesta estudiantil de las universidades públicas fue etiquetada como un desorden social injustificado hasta hace poco, más que un derecho de los jóvenes. Cierran los programas y espacios de los medios de comunicación públicos que divergen de opinión frente al gobierno o lo cuestionan, y lo presentan como decisiones independientes de la programación. Por otro lado, se protege a grupos empresariales e individuos de conspiraciones en su contra a pesar de las pruebas sobre sus actuaciones irregulares y las exigencias del país de investigar y conocer la verdad.
Como joven, creo que la sociedad se cimienta en la igualdad de los ciudadanos, la capacidad de expresar nuestras opiniones y las oportunidades equitativas de participación en las decisiones. Pero cabe preguntar si como en la novela de Orwell donde “hay animales más iguales que otros”, en Colombia hay ciudadanos más iguales que otros. El futuro es de todos, dice el gobierno. ¿Acaso ese futuro privilegia solo a unos pocos?
Los llamados de atención también sirven para corregir el rumbo. La corrección esperada es el debate abierto, la participación y la protección de la diferencia. No sea que terminemos como en el libro, dominados por aquel grupo de animales.
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