John Harold Giraldo Herrera
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Lumièradas
john.giraldo.herrera@gmail.com
El francés Luc Besson trasladó a imágenes en movimiento un cómic. La adaptación que demoró 50 años dio como resultado un impactante artefacto visual, donde en un futuro conviven miles de especies, una con la fuerza de devolverle a la tierra lo que les otorga.
Valerian es un secreto, un tótem, una magia. Su historia revela lo que no hemos podido comprender en este planeta, que sin descubrirlo del todo, ya no exploramos tanto. Ver Valerian nos inspira a empezar de nuevo. Es el tipo de películas que nos marcan. Somos una especie exterminadora y necesitamos que otros nos digan cómo comportarnos para proteger lo que tenemos. Nuestra especie también atenta contra otras. En un conjunto de civilizaciones llamado Alpha, además de la intercultura galáctica, hay un orden para la convivencia, también de conspiraciones, pero gracias al desarrollo, hay posibilidades de renovación.
Valerian está llena de símbolos. La V y algunas de las naves tiene forma de útero. Significa que vivimos en él con la opción de cuidarlo o no. Es curioso que sean unos individuos, que saben de la importancia de conectarse consigo mismos y con la naturaleza, quienes lleven el mensaje (borrado y clasificado por los humanos) y logren sobreponerse a las creaciones de la humanidad y de otras especies, que tienen una especie de torre de babel en la que se guarda el conocimiento para progresar.
Al ver un filme con tanta belleza el espectador se cautiva. Son conocidos los efectos sobre el medio ambiente por causa de los estragos del hombre. Se vieron en Avatar, pero en mi opinión esta la supera. Es visualmente más atractiva y trasciende las expectativas sobre el cuidado de la vida. Nos divierte, da lugar a la fascinación y nos invita a estar atentos a tantas curiosidades de ese futuro.
La narrativa nos plantea un idilio, luego un conflicto, y finaliza con una resolución. Es decir, una estructura clásica en la que no se agotan temas, sino que los confronta y critica con severidad, mientras muestra cómo cohabitar dimensiones diversas en un mismo espacio.
La clave la tiene Melo, animal que reproduce lo que se come. Él nos hace reflexionar sobre cómo cada uno debería multiplicar lo recibido. También cómo complementarnos, aprender a sospechar y vivir en sociedad, aprovechar los desarrollos tecnológicos, y el aporte de cada especie, en fin, hay mensajes que no puede pasarse por alto.
Es una delicia ver una película con tantos puentes. Desde el nombre de cada personaje, hasta la manera de comunicarse entre los habitantes de los planetas, agrupados en miles de ciudades.
Luc Besson ha combinado su modo de recrearnos con imágenes, desde lo hecho en El quinto elemento (1997), no había hecho una película tan íntegra y poderosa.
Ficha técnica
País: Francia
Año: 2017
Director: Luc Besson
Guion: Luc Besson (Cómic: Pierre Christin, Jean-Claude Mézières)
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Thierry Arbogast
Actores: Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen, Ethan Hawke, Rihanna, Herbie Hancock, Rutger Hauer, Kris Wu, Emilie Livingston, Aurelien Gaya
Productora: EuropaCorp / Fundamental Films / Grive Productions
Género: Ciencia ficción. Acción. Romance | Aventura espacial. Cómic
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