Jaime Jaramillo


¿Alguna vez has sentido miedo de perder a la persona que amas? Alguna vez, por miedo a perder a esa persona, ¿has hecho cosas en contra de tu corazón? ¿Alguna vez has tenido miedo a envejecer, a la soledad, a no ser aceptada porque no te ves bien físicamente? o, ¿Alguna vez has sentido que te quedas paralizada ante una situación que no esperabas?
El miedo es una emoción básica, generada espontáneamente para poder sobrevivir ante un peligro inminente. El miedo activa la circulación de la sangre, los músculos más grandes se fortalecen y tu cuerpo reacciona para que puedas escapar de una situación que puede afectarte. El miedo visto así es útil y necesario en nuestras vidas. El problema surge cuando tu mente, con todas las ideas preconcebidas, creencias, las experiencias del pasado y lo que imaginas que puede pasar en el futuro, entra en contacto con esa emoción, haciendo que se transforme en un miedo irracional o en un falso temor que puede paralizar, nublar el entendimiento y llevar a actuar sin razón. En ese momento, se crean las fobias y los pánicos infundados.
Nos han enseñado a buscar el amor y la felicidad en cosas externas, superficiales y pasajeras, y cuando sentimos que esas cosas se nos van y no podemos tenerlas, le damos la oportunidad al apego de que sea nuestro verdugo, nos maltrate y deteriore nuestra vida. En ese momento, el miedo se apodera de nosotros, ya que creemos que no podemos ser felices sin esas cosas. Por tanto, si enfrentamos nuestros miedos y los eliminamos, destruiremos las raíces de las cuales se nutre y se fortalece el apego. Cuando esto sucede, disfrutamos el amor desde el verdadero estado de consciencia.
Nuestras vidas están llenas de miedos camuflados sutilmente en nuestra inconsciencia. Hoy me gustaría preguntarte quién realmente maneja tu vida: ¿el miedo, que te hace sufrir? o ¿el verdadero amor, que te libera, inspira y te da la oportunidad de disfrutar plenamente tu vida?
Por todas estas razones debes hacer un alto en el camino para replantear como estás manejando tu vida, porque si no estás teniendo paz y es el miedo quien la domina, cuando menos pienses terminarás llegando a donde nunca hubieras querido llegar.
Cómo vencer el miedo
- Identifica cuáles son los miedos que dominan tu vida. En silencio observa e identifica qué pensamientos te perturban y te causan temor. Haz una lista de aquellos miedos que están inconscientemente día a día en tu vida.
- Identifica de dónde vienen esos miedos. Probablemente vienen de creencias que tienes y que has aprendido a través de todos tus años. Ejemplo: Ya nadie me mira porque me estoy volviendo vieja; me tengo que sacrificar por mis seres queridos; para ser feliz debo tener a un hombre a mi lado; sin ropa de marca y sin joyas pierdo el atractivo, etc.
- Reemplaza tu pensamiento. Para poder cambiar o reemplazar un pensamiento, debes entender que este se basa en una creencia falsa o equivocada, ya que te causa dolor. Debes comprender que el pensamiento o el sentimiento que puedas tener, están dentro de ti, no en la realidad o en lo que estás viendo en el exterior. No hay nada ni nadie en este mundo que tenga el poder ni la fuerza para hacerte infeliz y desgraciado, pero eso quizás no lo sabes o no quieres creerlo, ya que nos enseñaron lo contrario.
- Elige y decide cambiar tu vida. Una vez comprendas que ese pensamiento y ese sentimiento vienen de una creencia falsa, la identifiques y la reemplaces, podrás ver la realidad del pensamiento para cambiarlo conscientemente. No te identifiques con el sentimiento ya que este no te pertenece. No creas que porque tienes ese sentimiento, tu ser es así. Tú no eres el sentimiento. Observa muy bien tus palabras y no digas: “Yo soy fea, yo estoy vieja, fofa y celulítica”, porque eso será lo que rondará permanentemente en tu mente, y sin darte cuenta te frustrarás y deprimirás. En su lugar, enfoca tu atención en imágenes mentales positivas, donde te ves saludable, linda y llena de vida. Si lo que quieres entonces es estar alegre, feliz y tranquila, debes poner en tu mente imágenes visuales vívidas que reflejen estos estados.
Por eso, no le prestes tanta atención a lo que la gente hable y comente acerca de ti. Si estás envejeciendo, o has perdido tus atributos y cualidades que antes tenías, no tengas miedo. Porque si con ese miedo, angustia y sufrimiento que tienes lograras parar ese proceso natural, valdría la pena sentirlo; pero como no es así, lo que debes hacer es disfrutar y apreciar cada instante que la vida te da.
Aprecia lo que tienes, no lo que estás perdiendo, porque si miras atrás solo sombras encontrarás; en cambio si miras hacia adelante la luz te iluminará. Lo peor que te puede pasar, no es que tengas arrugas en tu cara o canas en tu cabello, sino que sea tu espíritu el que se arrugue y te quite las ganas de vivir.
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