Jaime Jaramillo


Es muy diferente hablar de compasión que hablar de piedad. La compasión es cuando el sentimiento de dar a los demás emana y fluye libremente de tu corazón sin ningún motivo externo. La piedad es el efecto de una reacción condicionada por las circunstancias externas que estás experimentando. Lo que la gente no ha entendido, es que la piedad es una de las vitaminas preferidas del ego.
Muchas veces nosotros creemos que estas dos palabras son sinónimas y las utilizamos dándoles el mismo sentido. Esto es lo que nos ocasiona malos entendidos y es totalmente incorrecto desde mi punto de vista.
Si alguna vez te levantas temprano, vas a un bosque y contemplas al amanecer toda la belleza de la naturaleza, verás que todas las plantas y las flores en el bosque se abren de hoja en hoja y de flor en flor emanando una fragancia que proviene desde su esencia y a su vez van liberando oxígeno puro. No importa si vamos al bosque o no, siempre este proceso se repetirá. El árbol nos da sus frutos, su sombra y su calor. Las flores nos dan además de su belleza, su fragancia y su aroma. De la misma manera la compasión brota de ese lugar sagrado natural que es tu corazón. Estés solo o acompañado siempre estará presente contigo.
La piedad definitivamente no es compasión. La piedad es una actitud impuesta o una reacción por una circunstancia externa que viste y te motivó a decidirte a ayudar, pero estrictamente motivado por lo que estabas viendo o experimentando en tu mundo exterior. Es muy diferente cuando actúas con compasión, ya que no hay presión de tu mundo externo. Es tan simple que podríamos decir que la piedad no puede crecer donde hay compasión o viceversa, porque el uno excluye al otro. Es lo mismo que si tú dices que eres muy amoroso y odioso, simplemente no puedes ser las dos cosas; o eres odioso o eres amoroso. Ni cuando dices que eres alto y bajito. Ninguna de las dos se puede dar con la otra.
Imagina que ves a un niño que está sufriendo en la calle de frío, hambre y rechazo. Al verte te mira a tus ojos y te pide ayuda, y tu al observarlo y escucharlo decides lanzarte a la acción de ayudarlo, porque verlo con tanto frío y hambre te entristece y te hace sentir mal. En este momento estás actuando para ayudarle. ¿Crees que esto es compasión? Esto es lo que nos han enseñado que es la compasión o caridad o altruismo o amor. Pero quiero decirte que esto no es compasión. Esto es simplemente una reacción, una actitud impuesta que nace del exterior y que fortalece inconscientemente a tu ego.
Si adquieres la costumbre de hacer actos de amor diarios sin esperar recibir nada a cambio ni si que menos reconocimiento, veras como al muy poco tiempo estará tu espíritu volando muy alto.
Un acto de amor puede ser darles un regalo a tus padres, seres queridos, subalterno, jefe, que siempre has querido pero sin que ellos sepan que fuiste tú.
Un acto de amor es defender de la critica y de la envidia que tanto daño nos hace a un compañero sin que el sepa y ver como todo cambia a su alrededor.
Es servir o darle de comer al que tiene hambre sed o está sufriendo sin que sepa que fuiste tú y si se entera lo deberás repetir al menos diez veces más.
Pueden parar, recoger o invitar a un mendigo a cenar o a un cine o a cualquier cosa y le dicen que alguien que lo aprecia mucho le encomendó a usted que le hiciera la invitación.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015